En general, la tasa creció 2,9 puntos porcentuales de 2010 a 2013
El rango de 15 a 29 años es el más afectado, ya que es el único que ha disminuido su participación desde 2010. ¿Razones? Estudios, edad fértil y personas a cargo.
Por Antonia Eyzaguirre A.
La tasa de participación laboral femenina aumentó de 44,3% a 47,2% entre el segundo trimestre de 2010 y el mismo período en 2013, según cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Aun así, no todas las edades se vieron beneficiadas de igual forma.
Si bien los números muestran que el estancamiento se vivió desde los 15 hasta los 40 años -lo que se considera «edad fértil»-, hay ciertas variaciones. La participación laboral entre mujeres de 15 y 29 años fue la única que descendió en el período, mientras las del rango que va entre los 29 y los 40 años creció, pero muy levemente en comparación con los años posteriores. Es decir, a mayor edad de la mujer, mayor fuerza cobran las tasas (ver gráficos).
La tasa de participación se refiere al número de personas en la fuerza de trabajo (ocupado o desocupado); mientras la tasa de ocupación es la cantidad de personas ocupadas entre la población en edad de trabajar.
Las razones
Loreto Seguel, ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam), señala que esta inactividad se explica, en parte, porque las mujeres entre 18 y 29 años se encuentran cursando estudios superiores. Especifica que, sin contar las tasas de deserción en educación, de 2011 a 2013 el número de mujeres que declaran estar estudiando como razón de su inactividad aumentó en 77.394. Además, Seguel añade que «como institución tenemos claro que las mujeres también declaran que no han podido incorporarse efectivamente al mundo del trabajo por razones familiares permanentes, ya sea por el cuidado infantil, de enfermos o de otros miembros de su núcleo familiar». Y así lo avala la segunda Encuesta Voz de Mujer de ComunidadMujer, que muestra que una de cada dos mujeres tiene a cargo algún familiar.
Costo adicional
Verónica Hoffmann, directora ejecutiva de Fundación Chile Unido, explica este estancamiento por el hecho de que algunos empleadores evitan contratar mujeres en edad fértil porque deben asumir los costos de la sala cuna en caso de embarazo. «El costo es muchas veces similar al sueldo mínimo y, por lo tanto, el costo por mujer es el doble», advierte. Además, está el factor de que en este rango de edad no siempre tienen preparación académica, por lo que acceden a sueldos más bajos y no logran cubrir los costos de traslado y alimentación, y menos el de una cuidadora en caso de tener hijos. Por eso la importancia de la modificación del artículo 203 del Código del Trabajo, en donde se pretende ampliar la cobertura de salas cuna a todas las empresas, y no solo a las que tienen más de 20 mujeres entre sus trabajadores.
La ministra Loreto Seguel dice que el principal obstáculo es de carácter cultural, y llama a las organizaciones privadas y públicas a asumir el desafío de incluir medidas tendientes a enfrentar las desigualdades.
La extensión del posnatal aprobada hace dos años en el país sin duda ha hecho muchos avances, pero para Alejandra Sepúlveda, directora ejecutiva de ComunidadMujer, «viene a consolidar y profundizar un sistema de protección de la maternidad que impone sobre las mujeres los costos de la reproducción, sin medidas que compensen y redistribuyan este costo con los padres. La protección opera también como un impuesto».
Con la modificación, «los costos que implica el pago de la sala cuna es absorbido entre hombres y mujeres que trabajan en la organización y no es imputado directamente al costo de la mano de obra femenina en edad fértil», dice Hoffmann. Y agrega que un cambio en esta política puede tener un impacto positivo en aumentar la tasa de natalidad, porque una de las razones de por qué las mujeres no quieren tener hijos es no tener con quién dejarlos.
Seguel considera fundamental para alcanzar una mayor participación el compartir las responsabilidades domésticas y de crianza entre ambos sexos. Y agrega que el gobierno «ha puesto especial énfasis en incorporar los conceptos de corresponsabilidad y conciliación de la vida laboral, familiar y personal en el diseño de políticas públicas».
Chile tiene la tasa de participación laboral femenina más baja en Latinoamérica, según datos del Sernam.