Federación internacional advierte que para 2035 los pacientes en el mundo aumentarán 55%. En Chile, actualmente se estima que son 1.500.000 los afectados.
Por Sebastián Urbina
A pesar de la variedad de recursos que se tienen para combatir la diabetes, como mejores fármacos, avanzadas tecnologías médicas, programas de educación y estrategias preventivas, la enfermedad que hoy afecta a 382 millones de personas -sin tomar en cuenta a los prediabéticos- sigue aumentando en el mundo.
Ese es el diagnóstico que entrega hoy en su informe 2013 la International Diabetic Foundation, en el cual se prevé un crecimiento de pacientes de 55% para el año 2035.
«En Chile tenemos una alta prevalencia de diabetes tipo 2 en mayores de 15 años, y el Ministerio de Salud está considerando que casi un 10% de la población estaría afectada, o sea alrededor de un millón 500 mil personas», dice la doctora María Loreto Aguirre, directora ejecutiva de la Asociación de Diabéticos de Chile.
La explicación radicaría en que «hay mucho sobrepeso y obesidad en el país, y cada vez estamos más sedentarios», según la doctora Carmen Bezanilla, jefa del Centro de Diabetes de Clínica Las Condes. «Y como etnia, además, los latinos tenemos una genética que favorece esta patología», dice la profesional.
La doctora Aguirre destaca eso sí que en Chile son pocos los diabéticos que no saben que tienen la enfermedad. Ellos no superarían el 20% de estos pacientes. «El problema es que aunque la mayoría lo sabe, solo un 30% está bien controlado, algo que en países desarrollados llega a un 60%», afirma.
Conciencia familiar
Debido a la dificultad de cambiar los hábitos de vida en los adultos, la doctora Aguirre piensa que hay que enfocarse especialmente en los niños. «Hay que empezar a trabajar en las salas cuna, jardines, con los pediatras. Debemos hacer conciencia familiar», explica. Porque aunque existen iniciativas como el programa Elige Vivir Sano, «falta todavía una ley de etiquetado o extender los kioscos saludables a todas las escuelas», dice.
La doctora Bezanilla, en tanto, cree que es bueno trabajar con los niños, pero las intervenciones deben ser transversales a todos los pacientes. «Necesitamos políticas públicas, que se aumente la actividad física en los colegios, sacar a los niños de las pantallas, facilitar el ejercicio en los lugares de trabajo o tener kioscos saludables en las universidades», detalla.
Lo importante es que la diabetes es silenciosa, no da síntomas, por lo que es crucial hacerse controles médicos periódicos para detectarla temprano. «Si la persona está en prediabetes, se puede intervenir con dieta y ejercicio, y cambiar el curso de la enfermedad previniendo su desarrollo», explica la doctora Bezanilla.
Hoy el plan AUGE garantiza el diagnóstico y el tratamiento de esta enfermedad, incluidos insumos como la insulina y el medidor de glicemia. «Este plan permite que a ningún diabético le falte el tratamiento», dice el doctor Jaime Díaz Corvalán, jefe del programa de Diabetes de Clínica Santa María.
Aunque hay medicamentos caros, el tratamiento está asegurado. «El AUGE permite que el Estado sea el principal comprador de insulinas, por ejemplo, para hospitales y consultorios, lo que permite tener precios de compra más bajos», explica el doctor Díaz. También hay genéricos más baratos, como en el caso de la metformina y la glibenclamida. Pero incluso en quien ya es diabético, la dieta y el ejercicio siguen siendo fundamentales.
«Hay que saber que esta es una enfermedad controlable, que depende de la responsabilidad de cada uno», dice la doctora Aguirre. Si a esto se suman los mejores tratamientos y los alimentos especiales que existen, «tenemos que hoy es más fácil ser diabético», dice.
24 millones de personas viven con diabetes en América Central y Sudamérica, región que aumentará esta cifra en 60% hacia el año 2035, según la Federación Internacional de Diabetes.
Lo que dicen los más recientes estudios
Coincidente con el Día Mundial de la Diabetes, varias investigaciones se publicaron esta semana. Una que se hizo en 60 mil mujeres en Francia advierte que la dieta que aporta ácido al organismo, como la rica en carnes o quesos, dificulta el trabajo de la insulina, lo que favorece el desarrollo de esta enfermedad. Las frutas y verduras neutralizan este efecto.
Otra investigación, esta vez holandesa, demostró que la grasa parda del organismo previene la aparición de diabetes, ya que es capaz de quemar más energía del cuerpo. Por último, un estudio europeo concluye que la actividad física en diabéticos ayuda a prevenir complicaciones cardíacas. Quienes hacen poco ejercicio tienen un riesgo 70% mayor de muerte cardiovascular, respecto de los que hacen mucho ejercicio.