En los últimos cuatro años se han perdido cerca de 10 mil empleos en servicio doméstico. Un cambio propio del desarrollo, dicen expertos, en una ocupación que desempeñan principalmente mujeres mayores de 40 años.
Por Nicolle Peña.
Más difícil que hace un par de años se ha vuelto encontrar personas dispuestas a realizar labores domésticas.
Aparentemente, los cerca de 990 mil empleos creados desde 2010 a la fecha no sólo han significado oportunidades de trabajo para la población desocupada, sino que también han abierto nuevas opciones a quienes buscan mejores salarios, horarios y condiciones laborales. Así lo evidencian las cifras sobre personal de servicio, categoría de empleo que según el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) es la única que se contrajo durante los últimos cuatro años.
De acuerdo al organismo, entre noviembre de 2013 y enero de este año, 313.840 trabajadores se desempeñaban en casas particulares, 9.890 menos que entre enero y marzo de 2010. El retroceso fue liderado por regiones como Los Ríos, Metropolitana y Valparaíso. Por el contrario, empleadores, trabajadores por cuenta propia y asalariados exhibieron en el mismo período una tendencia contraria, sumando a 18 mil, 233 mil y 714 mil ocupados, respectivamente. A la par el desempleo bajó de 7,3% a 6,1%.
La evolución que ha mostrado el servicio doméstico es, para los expertos, síntoma de un mercado laboral que comienza a asemejarse al de países desarrollados. De hecho, de acuerdo al último informe sobre trabajo decente e igualdad de género de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), esta categoría representa en Latinoamérica una puerta de entrada al mercado del trabajo de las mujeres más pobres, con menor nivel de educación y que viven en un entorno de mayor exclusión social.
“La reducción es negativa para los hogares, pero positiva para los trabajadores, porque solía ser un empleo de largo horario y relativamente mal remunerado. Era el primer tipo de ocupación que desarrollaban niñas de provincias cuando migraban a Santiago, por ejemplo. Eso ya se acabó y por lo que hemos visto en países desarrollados, creo que se trata de una tendencia de carácter permanente”, afirma Joseph Ramos, académico de la Universidad de Chile. Según comenta, en lugares como Europa el nicho generado por la escasez de personal doméstico ha sido suplido por empresas de servicio, lo que a su vez ha mejorado las condiciones laborales asociadas al rubro. Cecilia Cifuentes, investigadora de Libertad y Desarrollo, concuerda con que la dificultad para encontrar servicio doméstico es una “señal de desarrollo”.
De acuerdo al INE, el servicio doméstico representa el 4% del total de ocupados del país y el 96% de quienes realizan estas labores son mujeres. El diagnóstico compartido por los entendidos es que además del incremento de la presencia extranjera también ha aumentado la edad promedio de quienes desempeñan estas funciones. Según Extranjería, las asesoras del hogar extranjeras en el país se elevaron de 2.576 a 13.764 entre 2002 y 2012.
Ruth Olate, presidenta del Sindicato Nacional de Trabajadoras de Casa Particular, asegura que la menor oferta de trabajo es una preocupación dentro de su organización. Puntualiza que la reducción se ha observado sobre todo en las denominadas trabajadoras “puertas adentro”, que viven en las casas de sus empleadores con derecho a un día libre semanal. Con todo, cree que esto es “un buen síntoma”, porque “ya no hay tantas compañeras esclavizadas y hay mejores opciones de empleo”. Dice que a diferencia de años atrás, donde predominaba la presencia de jóvenes, hoy la mayoría supera los 40 años.
En diciembre de 2013, el Instituto de Previsión Social recibió un estudio que encargó para conocer la situación de las trabajadoras de casa particular, tanto nacionales como extranjeras. Las conclusiones dieron cuenta de “una importante omisión y rechazo a entregar antecedentes de identificación, principalmente entre mujeres extranjeras que se encuentran trabajando, probablemente en una situación de ilegalidad”, situación calificada como grave producto de la nula protección social que ello significa. De un total de 453 encuestadas, el 47,5% de los casos correspondió a trabajadoras chilenas y 2,6% a inmigrantes. Sin embargo, el estudio señala que “una alta proporción de trabajadoras, principalmente extranjeras, desistieron de entregar su RUT, alcanzando el 44% de los casos”.
Junto a ello, se detectó “una proliferación de malas prácticas laborales” como la inexistencia de un contrato y la subdeclaración de ingresos. La información consolidada arrojó que 48,1% de las trabajadoras tenía sus cotizaciones al día, 38,4% no, y que 12,5% se encontraba trabajando sin imposiciones.