La investigación fue realizada por la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (Ached):
Lo más frecuente es que afecte los brazos, las piernas y la espalda baja, asociado a enfermedades que son muy frecuentes y recurrentes como el lumbago y la artrosis.
Por Sebastián Urbina.
Debió abandonar su carrera en noviembre de 2012, después de meses de aguantar un dolor en uno de sus brazos. A María Virginia Navarro, de 23 años, se le diagnóstico un síndrome doloroso que afecta su hombro y su mano derecha. Y aunque este año intentó retomar sus estudios de pedagogía, debió abandonar nuevamente.
«No podía lavarme los dientes, levantar un vaso o simplemente escribir. Pero lo más difícil es explicarle a la gente que no puedo, que si trato de tomar un vaso se me va a caer», explica.
Ella es parte del 22,6% de los jóvenes, de entre 18 y 29 años, que sufren algún tipo de dolor crónico (ver recuadro). Esta cifra aumenta al 38,6% entre los adultos de 30 a 49 años, y llega al 45,3% entre los 50 y 64 años.
Esta es la primera vez que el país cuenta con estadísticas respecto al dolor crónico que no es causado por cáncer, luego que la Asociación Chilena para el Estudio del Dolor (Ached) decidiera hacer el primer estudio sobre el tema. En él se encuestó vía telefónica a 865 mujeres y hombres mayores de 18 años, de la Región Metropolitana. Tiene un nivel de confianza del 95%, un error de estimación del 3,5% y fue realizado por un equipo de la Ached dirigido por el doctor en Estadística Gabriel Cavada, de la U. de los Andes.
Faltan unidades
«Este trabajo reveló que cinco millones de chilenos, un 32% de la población, presenta algún dolor crónico. De ellos, un millón siente su dolor con mucha intensidad», explica el doctor Norberto Bilbeny, médico anestesiólogo y presidente de la Ached. Una realidad que les preocupa, ya que son pocas las unidades especializadas en dolor en el país. Además de los hospitales como el Militar y el de la FACh, solo las clínicas Alemana, Las Condes y Dávila, cuentan con equipos multidisciplinarios para tratar esta patología. Una carencia si se piensa que esta condición es la causa del 30% de las licencias médicas presentadas por trabajadores.
Miguel Ángel Merino, de 55 años, estuvo tres años con licencia médica, trabajando medio día en el Ejército, pero después debió jubilar. Este suboficial sufre una alteración de su musculatura lumbar que le causa el llamado «síndrome de Pisa», en que, similar a la torre italiana, el cuerpo del paciente se va hacia un lado. Para sobrellevar esto debe usar corsé y un bastón.
«Yo anduve un año de médico en médico, hasta que finalmente llegué a la Unidad del Dolor del Hospital Militar, donde me empezaron a tratar», explica.
El estudio muestra que el 39,5% de los trabajadores refieren dolor crónico, al igual que casi un 20% de los estudiantes y un 35% de las dueñas de casa.
En tanto, la doctora Marisol Ahumada, vicepresidenta de Ached, considera que es «preocupante que no exista una cátedra del dolor en las carreras de medicina o enfermería en las universidades».
Además, esta especialista llama la atención sobre los altos costos del tratamiento. Mientras María Virginia gasta hasta $400.000 mensuales, Miguel Ángel paga un millón de pesos por cada infiltración de botox que se hace dos veces al año, aunque necesita tres.
Definición
El dolor crónico es aquel que persiste más allá de tres meses y que no cumple ninguna función biológica útil. Asimismo, causa sufrimiento, discapacidad e invalidez, y disminuye la calidad de vida.