Según datos del Ministerio de Economía:
Si bien la cifra no parece tan baja, llama la atención que a medida que aumenta el grado de calificación, disminuye el número de mujeres. Así, por ejemplo, solo 29% de los trabajadores en I+D doctorados, son mujeres.
PABLO TIRADO
El asunto parece venir desde la cuna. Mientras las niñas juegan con muñecas, los niños prefieren los autos o los robots. Puede sonar a caricatura, pero si las niñas peinan y visten a sus muñecas, los niños desarman sus juguetes y, muchas veces, los convierten en algo totalmente distinto.
Las investigaciones muestran que con el paso del tiempo, esos estereotipos no hacen más que acrecentarse y terminan con las mujeres teniendo una fuerte presencia en carreras humanistas y con los hombres optando por áreas como la ciencia, la tecnología, las ingenierías y las matemáticas, las materias clave para el desarrollo de la innovación.
De hecho, según datos de la última Encuesta sobre Gasto y Personal en I+D del Ministerio de Economía, solo el 39% del personal dedicado a la Investigación y Desarrollo en el país son mujeres. Los datos también muestran que mientras más alto es el grado de calificación, más baja es la participación femenina. Así, por ejemplo, del total de personal dedicado a I+D con grado de magíster que trabajaba en unidades encuestadas, el 40% corresponde a mujeres, mientras que tan solo el 29% de los profesionales doctorados son mujeres. Para Andrés Zahler, jefe de la división de Innovación del Ministerio de Economía, este último punto es uno de los más críticos ya que perpetúa la baja presencia femenina en altos cargos, que son generalmente ocupados por personas con mayores grados de estudios. «La desigualdad entre hombres y mujeres es un tema transversal que se ve en varios lados de las áreas de la economía, pero me parece preocupante especialmente el hecho de que mientras más alto es el nivel de educación, hay menos presencia femenina. De ese modo se perpetúan desigualdades de género que se traducen en un mercado laboral segregado por género, con las mujeres insertas en empleos de menor productividad y menos ingresos», dice.
Nancy Pérez, directora ejecutiva del Programa de Mejoramiento Institucional (PMI) de la UDD, cumple varios de los requisitos para transformarse en una excepción a la regla. Estudió ingeniería civil, tiene un magíster y trabaja en temas relacionados con la innovación. Ella comparte la idea de Zahler de que la desigualdad no se limita solo al ámbito de la I+D, pero cree también que las mujeres han ido aumentado su participación en el último tiempo. «La colaboración de los hombres en las responsabilidades del hogar ayuda a disminuir la tensión que produce en las mujeres el si dedicarse a una carrera profesional o a las labores del hogar. Todavía tenemos una cultura machista en nuestro país, aunque tiende a disminuir hacia las nuevas generaciones», dice.
¿En la empresa?
Los datos de la encuesta también muestran la baja participación de mujeres con grado de doctor en I+D al interior de las empresas. De hecho, la gran mayoría -81%- está vinculada a universidades, mientras que el 10% trabaja en instituciones privadas sin fines de lucro (como los observatorios astronómicos) y el 7% en empresas. En el caso del Estado, en tanto, la participación laboral de mujeres con grado de doctor llega solo al 2%. «En Chile, pocas empresas invierten en I+D, si la participación de hombres con grado de doctor en las empresas es mayor que la de las mujeres, me queda la duda de si ellos siguen dedicándose a la actividad de investigación o más bien hacen una carrera ejecutiva o gerencial. Si eso es así, sería el reflejo de lo que pasa en general con las mujeres en relación a su baja participación en cargos directivos», comenta Pérez, quien cree que esa cifra puede mejorar en la medida en que aumente la demanda de investigación en las empresas.
81% de las mujeres con grado de doctor trabaja en universidades. El 10% lo hace en instituciones privadas sin fines de lucro, el 7% en empresas y solo el 2% en el Estado.