La música actúa sobre el sistema nervioso e influye sobre los diferentes sistemas del organismo.
Por Francisca Vargas V.
Sonido, ritmo, melodía y armonía. Así se podría definir a la música, ese conjunto de elementos que suenan y resuenan en nuestros sentidos.
Es que la experiencia que te provee el arte musical puede transportar hacia estados elevados de animosidad, así como también hacia el mismo infierno, si es que el son no es el adecuado.
Sus propiedades terapéuticas han sido atesoradas desde tiempos remotos e incluso se piensa que desde los orígenes mismos de la humanidad. Lo que más se conoce son las grabaciones llamadas «Efecto Mozart», dedicadas a estimular sanamente habilidades cognitivas de bebés con piezas musicales del austríaco.
«La musicoterapia es una técnica complementaria validada a través de estudios e investigaciones a nivel mundial», comenta Luz Marina Ramírez, musicoterapeuta que imparte el taller «Musicoterapia, Memoria y Emociones».
Ramírez cuenta que no es invasiva y que con el sonido se llega al origen de los problemas o enfermedades de los pacientes. «Así como el sonido nos puede producir un desequilibrio, también el sonido adecuado nos puede sanar», dice.
Según la Federación Mundial de Musicoterapia, la técnica busca descubrir potenciales y/o restituir funciones del individuo, para que éste alcance una mejor organización intra y/o interpersonal y, consecuentemente, una mejor calidad de vida.
Para Luz Marina Ramírez, la terapia facilita y promueve procesos de comunicación, aprendizaje, movilización, expresión y organización de vida, que se corresponden con necesidades físicas, psíquicas, sociales y cognitivas.
En este sentido, afirma que es perfecta para resolver problemas psicológicos, reducir el dolor en enfermedades terminales, mejorar la autoestima, superar problemas de aprendizaje y de baja autoestima, así como también ayudaría en procesos de desintoxicación de drogodependientes.
Las sesiones
¿Y cómo logran esos resultados? La terapeuta comenta que el número de sesiones depende del paciente y la patología a tratar, donde cada encuentro es una experiencia musical en la más amplia concepción del término.
«Los procedimientos básicos son los que permiten la expresión corporo-sonoro-musical del paciente en sus diferentes modalidades, como exploración de sonidos corporales, vocales e instrumentales e interpretación, improvisación, composición instrumental y/o vocal», detalla.
Además, las sesiones pueden incluir la creación de secuencias y climas sonoros, actividades rítmico-melódicas y audición de material discográfico, incluso, el que vaya creando el propio paciente.
Y no sólo eso, sino que también al ser una herramienta interdisciplinaria, se pueden utilizarse otras técnicas y formas artísticas simultáneamente a la música, como dramatización, expresión verbal, movimiento y danza, pintura, expresión gráfica, etc.
De todas maneras, la elección de los sonidos, melodías e instrumentos dependerá de cada paciente y de su diagnóstico musicoterapéutico, que determinaría la mejor reacción y por tanto, el conseguir los objetivos sanadores.
«Existen diversas líneas de musicoterapia, una es la pasiva, donde el paciente escucha y terapeuta toca. La activa, el paciente es el creador de su propios sonidos y pueden ser sesiones individuales o grupales, entre otras», agrega Luz Marina Ramírez.
Entonces, si en una consulta se utiliza la musicoterapia activa, el paciente llega al setting musical y elige el instrumento que va a tocar, después se verbaliza sobre lo que le generó o removió su creación y, luego la musicoterapeuta realiza la acción más adecuada según las circunstancias, por ejemplo, contener.
¿Cómo actúa?
Es sabido que la música posee valores universales que afectan a las personas en forma diferente. Es así, que en esa línea la musicoterapeuta afirma que un tono agudo puede provocar tensión; una armonía menor, tristeza; un ritmo lento, ralentiza la actividad fisiológica.
Por eso insiste que es fundamental el diagnóstico previo. Según los estudios que cita la experta, tendrá efectos fisiológicos, cambiando el ritmo cardíaco y respiratorio, así como la tensión muscular.
Asimismo, puede estimular la expresión de los problemas y las inquietudes, y favorecer el desarrollo emocional y afectivo. Incluso, la especialista cuenta que se ha visto que agudiza la percepción auditiva y táctil; estimula la actividad y mejora la coordinación motriz, y fomenta la interrelación social.
Todo esto funcionaría porque la música actúa sobre el sistema nervioso e influye sobre los diferentes sistemas del organismo.
Cuando ocurre una crisis emocional, aumenta o disminuye las secreciones glandulares, la circulación sanguínea y regula la presión arterial.
«La música influye en nuestra mente y en nuestro organismo, mediante la creación de emociones. Por eso, cualquier pieza musical puede incidir de manera positiva o negativa, tanto que puede causarnos alegría, relajarnos y restablecer el equilibrio psico-físico, como también puede estresarnos, angustiarnos», sostiene Luz Marina Ramírez.
Es decir, la música despierta, equilibra y sana. Más allá de la terapia, resulta interesante reflexionar sobre el tipo de sonidos que estamos escuchando y ver qué tipo de emociones nos están estimulando. Es que el camino del autoconocimiento está lleno de herramientas y la musicoterapia es una de ellas.