Sindicatos fuertes que son capaces de negociar y llegar a acuerdos con el empleador tiene el modelo teutón que, además, considera el reemplazo en huelga.
Por Pamela Fierro E.
Andrés Velasco, el ministro de Hacienda de Michelle Bachelet en su primera administración miró con simpatía el modelo laboral danés. Tras una visita a Dinamarca, acuñó el término de flexiseguridad y quiso aplicarlo en Chile. Años después, la ministra del Trabajo de Sebastián Piñera, Evelyn Matthei hizo esfuerzos por acercar el sistema de capacitación chileno al modelo alemán.
Hoy, el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, mira con buenos ojos el modelo alemán en las relaciones laborales.
En medio del debate por la reforma laboral que se está dando en la Comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados, Valdés aseguró ayer en radio Cooperativa, a modo de ejemplo, que el modelo español no le gusta, porque tiene demasiadas restricciones. De hecho, en el mercado atribuyen a las rigideces la elevada tasa de desocupación, que a marzo de este año se sitúa en 23%, y en 50,1% entre los jóvenes menores de 25 años.
Como contrapartida, en Alemania la tasa de desocupación nacional llega a 4,7% y 7,2%, en los jóvenes menores de 25 años.
Valdés señaló que quiere que haya más cooperación al interior de la empresa y mencionó como un buen ejemplo el caso alemán. “Ellos hicieron reformas al mercado laboral y lograron mantener sindicatos fuertes y una economía mucho más sana”, señaló.
Pero ¿en qué consiste el modelo alemán? la clave es la palabra flexibilidad. Atendiendo a las condiciones laborales empleadores y trabajadores pueden pactar la reducción de jornadas manteniendo los puestos de trabajos en período difíciles. Como ello implica un menor salario, el Estado compensa la reducción en las remuneraciones. También pueden suspender a trabajadores de sus empleos durante una temporada y éstos recibirán un subsidio de desempleo del Estado. Si esto último ocurre, los trabajadores tienen que realizar cursos de reciclaje, para adaptar su capacidad productiva a las necesidades del momento.
Asimismo, los salarios también se pactan y básicamente suben en base a la productividad.
En el campo de las huelgas, la exigencia para hacerlas efectivas es mayor, pues se requiere un quórum de 75%. Luego, una vez votada puede haber reemplazo con personal interno, y si la situación en que queda la unidad productiva es muy compleja y amenaza con paralizar su producción también puede haber reemplazo con trabajadores externos. Asimismo, si después de un período breve los trabajadores deciden reincorporarse a sus laborales, también pueden hacerlo.