Autoridad asegura de forma férrea que el proyecto es un aporte “no solo a la productividad, sino también al crecimiento y desarrollo integral del país”.
Por K. Peña.
Horas clave enfrentará el proyecto de reforma laboral. Tras su reciente paso por la comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados, una de las iniciativas emblema del gobierno aterrizará esta semana en la sala. El ánimo es positivo, pero hay expectación.
«Esperamos obtener una votación contundente de manera de comenzar en el Senado en julio», expresa el subsecretario del Trabajo, Francisco Díaz, quien fue la cara de la cartera en las recientes jornadas en el Congreso en ausencia de la ministra Ximena Rincón.
Por esto, hace sus descargos frente a las dudas que instalaron diputados de oposición sobre los efectos macroeconómicos de la propuesta, que -según el personero- debe mirarse con un «parámetro bastante más amplio y multivariado que lo que se intentó dibujar».
– ¿Cómo evalúa el avance del proyecto de reforma laboral?
– Como gobierno hacemos una evaluación positiva de lo que ha sido la discusión en la Cámara de Diputados de ambas comisiones (Trabajo y Hacienda). Positiva porque los diputados tuvieron la capacidad de combinar una discusión muy en profundidad con la necesaria celeridad que un proyecto de esta naturaleza requiere para beneficiar a los trabajadores prontamente. Estamos muy satisfechos y nos queda ahora el último peldaño que es la aprobación en sala.
– Pero a pesar del avance conseguido, persisten las críticas de empresarios y trabajadores.
– Evidentemente, es un proyecto complejo y lleno de múltiples detalles y, a veces, la discusión de los detalles hace que pase a segundo plano lo que es la propuesta central de modernización de las relaciones laborales. Hay temas muy complejos y difíciles de entender por sectores empresariales: la titularidad, el reemplazo en huelga, el fin de los grupos negociadores.
Por el lado de los trabajadores, algunos sectores -porque hay otros grandes que han reconocido las bondades del proyecto- señalan que es un proyecto al que le faltan cosas, pero es un innegable avance.
En definitiva, toda propuesta de cambio tan sustantivo en una legislación tendrá distintas opiniones, pero lo relevante es que el proyecto equilibrado y sistémico que presentamos en un comienzo, sólo fue perfeccionado en su trámite y no alterado.
– ¿A la larga tendrán alguna acogida los cambios que, tanto el empresariado como trabajadores, piden o está totalmente descartado?
– El proyecto fue objeto de perfeccionamientos en su trámite en la comisión. Hubo perfeccionamiento en materia de procedimiento; de servicios mínimos, que era probablemente uno de los aspectos más controversiales y que terminó siendo votado casi por unanimidad; de protección de la mujer que participa en la negociación colectiva.
Estos perfeccionamientos no alteran el equilibrio central y la visión sistémica que tiene el proyecto. Eso es lo que evidentemente no podemos revisar, porque o si no entonces el proyecto se desestabilizaría.
– ¿Pero cambios más profundos como incorporar la negociación ramal están totalmente descartados?
– Muchos de los temas que se dan por no agregados en rigor nunca estuvieron planteados siquiera en el programa de gobierno. Por esto, no tenemos que explicar que no estamos haciendo lo que nunca dijimos que íbamos hacer.
– Y dada la definición de servicios mínimos, ¿qué pasará, por ejemplo, con las huelgas en el Metro?
– Hemos arribado a una definición de servicios mínimos que se pone en distintas hipótesis según las cuales debe proveerse los equipos de emergencia para tender esos servicios mínimos.
No queremos adelantarnos al caso a caso. Eso será materia en su momento del acuerdo entre sindicato o la empresa y en su defecto la Inspección del Trabajo o el propio Tribunal del Trabajo.
Lo relevante es que la definición permite avizorar servicios que deben prestarse en caso de una huelga sin que afecte la esencia de este derecho. Que en caso de huelga, la normal producción de la empresa o la normal provisión de servicios de la empresa no se mantiene inalterada. Por el contrario, sí se ve afectada, porque para eso existe la huelga como herramienta legítima de presión de los trabajadores.
– ¿Pero hay alguna noción de cuál sería la mejor fórmula en el caso del Metro?
– Insisto, no nos vamos a referir a casos particulares, porque debe hacerse el análisis cuando se presente la situación concreta. Ese caso a caso es el que tenemos que dejar a decisión de las partes en primera instancia o de la Inspección y el Tribunal en segundo.
Pactos: hacia la gradualidad
– De cara al Senado, ¿cuáles son los aspectos que se estarían revisando?
– No estamos revisando aspectos. Somos muy respetuosos de la deliberación que ocurra en el Senado, principalmente en la comisión de Trabajo del Senado, y de los perfeccionamientos que los senadores tengan a bien analizar.
– Valdés sostuvo que se evalúa una nueva gradualidad de pactos de adaptabilidad…
– Los pactos de adaptabilidad requieren un quórum de sindicalización en la empresa que hoy es del 30%. El proyecto original del gobierno planteaba un cierto período de adaptación de cuatro años donde el quórum era algo mayor y decreciente. Los diputados lo rechazaron en la comisión de Trabajo y lo que señaló el ministro Valdés es que podría estudiarse alguna gradualidad, probablemente, no de cuatro años, pero sí menor para que las partes puedan conocer y adaptarse a esta nueva institucionalidad.
– ¿Se podría trabajar entonces esto?
– Sí, ahí hay un aspecto a conversar y proponer en el Senado.
– ¿Y hay alguna idea de cómo podría ser esta gradualidad?
– Es una gradualidad menor a la que existía, pero gradualidad al final y al cabo.
– En la comisión de Hacienda diputados de la Alianza pidieron a Valdés que explicara los efectos macroeconómicos de la reforma. ¿Puede garantizar que fomentará la productividad y el empleo?
– La respuesta del ministro Valdés fue bastante clara. Este es un proyecto que no se debe analizar con un enfoque unidimensional. Tiene que colocarse en un contexto que por una parte genera mejores condiciones de productividad, por ejemplo a través de los pactos de adaptabilidad y que, por otro lado, genera mejores condiciones de cohesión social.
Él lo coloca en un parámetro bastante más amplio y multivariado que lo que se intentó dibujar a través de algunas preguntas en la comisión de Hacienda. Es, a nuestro juicio, un aporte, no solo a la productividad, sino que también al crecimiento y al desarrollo integral del país.
– Hubo bastante insistencia en este punto…
– Por eso, lo que necesitamos es diálogo y no caricaturas. Entonces, para no caricaturizar la caricatura, es mejor hablar de un enfoque unidimensional.
– ¿Cómo están las relaciones con la CUT? Amenazaron con un paro nacional si no acogen sus demandas.
– El vicepresidente de la CUT tuvo expresiones de rechazo hacia un par de aspectos puntuales. Sin embargo, creo que no comprendieron cabalmente cuál era la modificación que se había introducido. Él señaló, por ejemplo, que se ponía fin al acuerdo entre sindicato y empleadores para extender los beneficios, cosa que derechamente no es así.
La regla de que sólo mediante acuerdo entre trabajadores y empleadores se pueden extender los beneficios a terceros, no participantes de aquel sindicato, se mantiene de manera completa y sin ningún tipo de excepción.
«Hay detractores, pero el respaldo es más mayoritario que minoritario»
El proyecto de reforma laboral sigue su curso, pero no acompañado por el apoyo ciudadano. La desaprobación a la iniciativa se ha hecho latente en las últimas encuestas. Sin embargo, Díaz no duda al entrar en este terreno. «Cuando se analizan estudios de opinión pública lineales que evalúan las reformas de gobierno, incluyendo ésta, después de haber preguntado si apoya o no al gobierno, evidentemente que las respuestas están teñidas por la evaluación inicial de la situación política. Sin embargo, cuando uno analiza otros estudios que ya entran a preguntar y consultar sobre aspectos específicos sobre el proyecto de ley, en una amplísima mayoría, la ciudadanía aprueba estas modificaciones», explica.
Por ejemplo, dice que la ciudadanía entiende que una huelga no tiene que tener reemplazo si es que se desea que sea efectiva y que la gente comprende y aspira a que existan mejores condiciones de adaptación de los horarios a sus realidades de trabajo. «Es decir, una serie de aspectos que sí se valoran cuando son analizados en su justa medida y no como una evaluación al gobierno, a la situación política, o a otro tema que pueda teñir esas respuestas».
– La encuesta Cadem reveló hace pocos días reveló un fuerte rechazo hacia la reforma laboral. ¿Esto estaría totalmente influenciado por el planteamiento de las preguntas sobre este tema?
– Me remito a otro tipo de encuestas como la propia encuesta del Centro de Estudios Públicos que pregunta por los temas que estamos abordando en esta reforma: titularidad, huelga, adaptabilidad, jornadas. Y en todas ellas hay un amplio respaldo a las propuestas que estamos haciendo. Hay detractores evidentemente, pero el respaldo es más mayoritario que minoritario.
– Es decir, bajo su perspectiva, ¿hay un respaldo por parte de la ciudadanía hacia la reforma, sólo que hay sesgos que influencian un rechazo?
– Prefiero no hablar ni de sesgo ni de problemas de las encuestas. Prefiero más bien referirme a cuando se consulta sobre aspectos específicos de la reforma y hay una aprobación mayoritaria. Esa es la manera justa de hacer el análisis y, además, es la manera correcta de proceder desde el punto de vista metodológico.
– ¿Ha faltado un trabajo informativo y comunicacional como se le criticó a la tributaria? ¿Es un problema de información?
– No me quiero referir ni comparar con ninguna otra reforma. Vemos con satisfacción que cuando a la gente se le pregunta sobre los aspectos específicos de la reforma sí los aprueba. Los principales sindicatos del país nos reconocen que esta reforma podrá no contener todo lo que ellos quisieran, pero tiene innegables avances. En mi caso, que tengo un background más cercano a los sindicatos, nos alaga que así sea percibida por la mayoría -no todos- pero la mayoría.