Abogado laborista y ex director del Trabajo
A su juicio, la reforma laboral debe incorporar el impacto social de una huelga para operar a los equipos de emergencia.
Por Pablo Obregón Castro.
«Este proyecto nació con grados de equilibrio muy importantes, pero con el paquete de indicaciones que se presentaron en enero, tuvo un vuelco y se empezó a generar este escenario de disputa polarizada, pero esta vez con una diferencia: por primera vez, la oposición no tiene ninguna posibilidad desde el punto de vista legislativo para buscar cambios al proyecto».
Así comienza su análisis del proyecto de Reforma Laboral Marcelo Albornoz, abogado laboralista, ex director del Trabajo y ex subsecretario de Justicia durante un breve período de esta segunda administración de la Presidenta Michelle Bachelet.
A su juicio, el proyecto partió con vocación de equilibrio, pero cambió: «El sector empresarial cometió un error de haberse ido en picada contra el proyecto y no haber abierto espacios para acotar el ámbito de discusión. Entonces, empezaron a aparecer el meeting , el video y eso lo que hizo fue polarizar más».
-¿Y en materia de los contenidos del proyecto?
«La titularidad sindical no es tema. Los grupos negociadores empezaron a desaparecer en 2001, entonces que alguien me diga que se tienen que mantener los grupos negociadores, es que no está mirando la realidad. La realidad es que la gran mayoría de las negociaciones en Chile, cerca del 80%, se hacen con sindicatos. Tampoco es tema el piso de la negociación porque en Chile, el 99% de las negociaciones colectivas parten desde el contrato anterior».
-¿Dónde están los temas complejos, entonces?
«Uno de los aspectos que hay que revisar es esta especie de sindicalización automática indirecta. Porque estamos claros que el tema de la afiliación sindical va a ser instrumental para acceder a los beneficios».
-¿Cuál es el punto medio?
«Hay que apostar derechamente a lo que está pasando hoy día en la mayoría de las empresas, que es la extensión automática. Qué problema habría de introducir la extensión automática, con el mismo objetivo que se establece en el programa y en el proyecto, que es lograr un máximo de cobertura de la negociación colectiva».
-Sí, pero el objetivo del proyecto no es extender la cobertura de la negociación colectiva de cualquier forma, sino fortalecer a los sindicatos…
«Pero se mantendría el equilibrio fortaleciendo al sindicato como único actor de negociación y, por otra parte, sin introducir elementos que pueden distorsionar la libertad de afiliación. Este mecanismo, en cambio, es una sindicalización automática indirecta impropia».
-¿Y en lo relativo al reemplazo en huelga?
«Ese es otro tema en que nos estamos yendo del extremo del reemplazo total al cero reemplazo. Pasar de un extremo a otro puede provocar problemas de mayor conflictividad y problemas de continuidad operacional de muchas industrias».
-¿Eso se resuelve estableciendo excepciones?
«Yo me quedaría con el concepto original del proyecto. Sería importante incorporar el elemento del impacto social que pueda significar una huelga como elemento que permita operar los equipos de emergencia».
-De todos modos, la mayoría de las huelgas se realizan sin reemplazo, dado que los sindicatos impiden el ingreso de trabajadores a la empresa.
«Es lo que vimos hace unas semanas con una empresa del Transantiago. La huelga es un derecho fundamental, pero ningún derecho fundamental es un derecho absoluto. Tal cual como está el proyecto, el Metro de Santiago podría paralizar por tiempo indefinido».
-¿Se podría exceptuar al Metro de Santiago?
«Si el día de mañana alguien pretendiera establecer al Metro como una empresa estratégica, tendría que hacer lo mismo con las empresas del Transantiago. De otro modo, estaría estableciendo una discriminación a favor de una empresa del Estado que iría en perjuicio de los privados. Entonces, a esto hay que darle una mirada realista y hacernos cargo de las consecuencias y no estar después arrepintiéndonos».
»Si alguien pretendiera establecer al Metro como una empresa estratégica, tendría que hacer lo mismo con las empresas del Transantiago».
»Qué problema habría de introducir la extensión automática, con el mismo objetivo de lograr un máximo de cobertura de la negociación colectiva».
Huelga sin reemplazo: «Si yo sé que hay una etapa de presión total, absoluta, por qué no utilizarla»
-Si se aprueba este proyecto, ¿qué incentivo podría tener un dirigente sindical de aceptar la primera oferta de su empleador antes de usar el recurso de la huelga sin reemplazo, que es el momento de la negociación en que va a tener más fuerza?
«Ninguno. Esto es una cuestión de práctica de negociación, no es jurídica ni ideológica. Cuando yo tengo claro que la negociación colectiva tiene diez metros para desarrollarse, nadie va a querer aceptar al principio lo que puede lograr en los últimos dos metros de la carrera. Si vamos a pasar al esquema de la huelga total, lo más probable es que tengamos mayor cantidad de huelgas efectuadas para poder negociar y cerrar en esos días».
-El Gobierno ha dicho que este proyecto busca disminuir la conflictividad, pero claramente si un dirigente sindical no usara la huelga y no negociara cuando tiene la mayor fuerza para obtener beneficios para sus representados, estaría incumpliendo con su mandato.
«No estaría aprovechando todas las posibilidades de maximizar los beneficios que puede obtener. Si yo sé que hay una etapa de presión total, absoluta, por qué no utilizarla».