Programa de la Asociación Chilena de Seguridad:
Este plan de recuperación pretende sanar del estrés postraumático a las víctimas de la delincuencia. El número de pacientes que buscan ayuda ha crecido cuatro veces desde el año 2010.
Por Sebastián Sottorff.
Como «un pequeño infierno». Así describe Beatriz Peña el período que ha debido sobrellevar luego de ser asaltada muy cerca de su casa en Puente Alto en enero de este año.
Al igual que todas las mañanas, esta mujer se disponía a tomar el bus de acercamiento para llegar hasta su trabajo en una industria de moldeados. Sin embargo, a mitad de su camino un delincuente la atacó.
«No me di ni cuenta cuando me empezó a atacar. Me insultaba, y al ver que no tenía nada de valor, empezó un forcejeo. Yo traté de arrancarme y apenas pude me puse a correr. Creo que nunca en mi vida había corrido tanto. Sin darme cuenta, tenía un corte grande en el brazo. Pero llegué a mi casa a encerrarme en mi pieza a llorar. Y pasaron tres días en que no paré», dice la trabajadora, sin ocultar la pena que le conlleva revivir este episodio.
A partir de ese momento, se inició un ingrato período, que estuvo marcado por las crisis de pánico, la angustia y el miedo a salir. De hecho, situaciones tan cotidianas como tomar el metro o conversar con un vecino fueron para Beatriz tareas simplemente inabordables.
«Me volví completamente dependiente. No salía ni siquiera al patio de mi casa. Fue horrible. Nunca le vi la cara al delincuente y eso me daba terror. Me daba miedo salir y encontrármelo otra vez», dice acerca de este, el primer asalto que ha debido enfrentar en su vida.
«Y ojalá sea el único», dice, mientras su terapeuta la mira con atención.
A más de cinco meses del episodio, esta mujer es parte de un plan de rehabilitación único en el país, que busca acabar con el estrés postraumático que generan los asaltos en los trabajadores de la capital.
El plan, que formalmente se llama Programa de Desensibilización Sistemática, fue creado en 1998 por la Asociación Chilena de Seguridad (AChS) y hoy en día atiende a unos 250 pacientes al año que han sufrido accidentes laborales o asaltos.
«Pero el 65% de las personas que reciben esta terapia han sido víctimas de la delincuencia», explica Catalina Rodríguez, terapeuta ocupacional y coordinadora del programa.
Además de sesiones psicológicas, los pacientes que se someten a este tratamiento reciben una terapia de acompañamiento que pretende acabar con el estrés. En ese sentido, el plan no solo incluye el monitoreo de una red de médicos y especialistas, sino que también conlleva una asesoría a niveles cotidianos.
«Cuando una persona es víctima de un asalto, hay mucha resistencia a repetir el trayecto donde ocurrió el delito. Entonces, nosotros los acompañamos y nos subimos con ellos a la micro, al metro o vamos a lugares con alta concurrencia de personas. Esta parte es la más difícil para quienes tienen traumas importantes», recalca la especialista, haciendo hincapié en el exponencial aumento de pacientes en esta área.
Esto, porque si en 2010 no hubo más de 37 casos, solo este año se ha atendido a más de 150 personas. Es decir, cuatro veces más pacientes.
«Hemos notado más violencia y muchos más casos. Eso claramente tiene que ver con la situación actual de nuestro país», agrega Rodríguez, detallando que los episodios más complejos o impactantes tienen que ver con violaciones a mujeres o asaltos que involucran a guardias de seguridad.
De hecho, el vigilante de un camión de valores que en el año 2013 recibió un disparo en su cabeza fue atendido en este lugar. Fue un proceso largo, explica la especialista, recalcando que, además del estrés generado por el evento, esa persona tuvo que someterse a una compleja rehabilitación física.
Algo similar es lo que ha debido enfrentar una mujer que en septiembre del año pasado sufrió la amputación de uno de sus dedos, cuando una bomba explotó en el Subcentro de la estación Escuela Militar.
Atracos son considerados accidentes laborales
«Después de un asalto es normal que mucha gente tenga temor. Pero la mayoría de los trabajadores no saben que un evento de este tipo también es un accidente laboral de trayecto», explica la terapeuta ocupacional Catalina Rodríguez, aclarando que todos los empleados que sean víctimas de un atraco camino a su trabajo, están protegidos por la ley.
«Y deben tener asistencia», agrega la experta.
Y pese a que no es común que alguien reciba una licencia médica por ser víctima de la delincuencia, lo cierto es que un gran número de personas sufre consecuencias que habitualmente desatienden. De hecho, recibir un permiso médico producto de un ataque de este tipo, sí es posible cuando hay consecuencias negativas, pues se afecta de manera directa el desempeño de una persona en su trabajo.
«Varias personas ignoran el estrés postraumático y sus síntomas. Pero lo ideal es que si hay secuelas, los trabajadores tienen que recibir su tratamiento», advierte Rodríguez.
En la AChS, el tratamiento de desensibilización dura aproximadamente 16 sesiones, todo dependiendo del nivel de trauma que presente el paciente. Asimismo, el retorno a las labores es gradual y muchos empleados parten asistiendo a su trabajo solo durante algunas horas al día.