UNA INTERESANTE polémica se generó hace algunos días luego que El Mercurio publicara este titular: “508 personas han fallecido este año esperando atención incluida en el AUGE”.
La respuesta de la directora de Fonasa, Jeanette Vega, en radio Cooperativa, fue que no es vinculante la muerte de esas personas con las listas de espera: “Cuando miras, sabes que al menos 70% de estos [casos] no es imputable a la garantía que estaban esperando, al menos”.
¿La razón? Al revisar las cifras se dieron cuenta de que más de la mitad eran garantías de tipo órtesis, “es decir, estaban esperando un bastón o muleta o cosas que por cierto no tenerlas no causa muerte […] Otro porcentaje muy importante eran oftalmológicas, gente que estaba esperando que la operaran de cataratas”, precisó la funcionaria. Que sean 508 o 150 personas (similar al número de muertes del terremoto y tsunami de 2010) no es lo relevante.
Lo importante es que el Estado falló en la prestación de salud a esas personas que fallecieron esperando ser atendidas (cualquiera sea la causa), esperando la promesa AUGE. Esto demuestra la baja calidad de vida que tuvieron los individuos en sus últimos días, al no ser operados, por ejemplo, de cataratas.
Ante esto, llama la atención por qué el Gobierno destina tantas horas hombre y energía en mejorar el sistema isapre, que si bien debe ser mejorado no tiene muertes en sus listas de espera.
Fuente: Editorial de Pulso