Un insólito problema han debido enfrentar los médicos capitalinos: la falta de formularios para otorgar licencias y de recetas cheque para prescribir estupefacientes y psicotrópicos. Naturalmente es una situación que provoca mucho más que una simple molestia, pues hay enfermos que requieren de su tratamiento día a día y, debido a que no existe disponibilidad de las únicas recetas admisibles según la ley, simplemente se quedan sin él. En algunas enfermedades, como la epilepsia, la continuidad del tratamiento es estrictamente necesaria para que este tenga éxito. La carencia de formularios para licencias médicas provoca problemas similares, pero a muchísimas más personas, pues todo enfermo que falte a su trabajo debe presentar la licencia para justificar su ausencia y, además, la necesita para poder recibir su sueldo. Si no puede efectuar ese trámite por razones inimputables a él y a su médico, no puede cumplir el reposo con la tranquilidad que este supone.

Es posible, aunque no justificable, que debido a una falla en la administración del sistema de adquisición pueda ocurrir una carencia semejante alguna vez, pero en el caso de la ciudad de Santiago se trata de una situación que comienza a repetirse más allá de toda posible explicación. Desde la Seremi de Salud se afirma que los talonarios se compran a través de la Central Nacional de Abastecimiento, Cenabast, para lo cual requieren anticiparse en un año a las necesidades y, esta vez, se equivocaron al calcularlas. Además, indican que la Casa de Moneda se ha atrasado en la entrega de las recetas cheque que ella confecciona. Pero tales afirmaciones son desmentidas por la afectada y por Cenabast, que atribuye parte del problema a las deudas que la Seremi tenía con la Casa de Moneda. Las autoridades han indicado que se están adoptando cambios en los sistemas de adquisición para solucionar el problema y disminuir la probabilidad de que se repita.

Es sorprendente que en el siglo XXI nuestro país esté enfrentando esta clase de dificultades. Cada cierto tiempo, desde el siglo pasado, se discute la posibilidad de modernizar los sistemas de salud, comenzando por el simple cambio de las licencias médicas, convirtiéndolas en documentos electrónicos. Pero apenas el 20 por ciento de las licencias que se emiten tiene ese carácter, pues el nuevo sistema está disponible solo en algunos hospitales. Dicho sistema permitiría saber con exactitud el origen de cada permiso y facilitaría una mejor fiscalización, lo que haría posible superar otra de las deficiencias de los sistemas de salud. Por cierto, también mejoraría las condiciones de los enfermos, que podrían dejar de acudir en los primeros dos días a presentar la licencia ante su empleador y preocuparse solo de guardar reposo para poder sanarse.

No obstante, en Chile parece que nos estuviéramos alejando de los sistemas más modernos y eficientes, puesto que se sigue proponiendo que las licencias y los recetarios deban timbrarse como se hace con las boletas y facturas. Ante estas ideas, lo más probable es que no se logre avanzar en un cambio sustantivo, y los médicos deberán destinar parte de su tiempo a realizar trámites que, como lo demuestran los últimos hechos, suelen resultar infructuosos, en lugar de dedicarse por completo a su saber y a atender a los enfermos.

 

Fuente: Editorial de El Mercurio