En octubre del año pasado el Diazepam, un ansiolítico y sedante de uso frecuente, sufrió un quiebre de stock a nivel nacional que se mantiene hasta hoy y que ha complicado a los centros de salud con pacientes en este tratamiento farmacológico. Y aunque según la Central Nacional de Abastecimiento (Cenabast), durante esta semana el producto debería volver a las farmacias de la atención primaria, no es el único que se encuentra en esta situación.
A la lista de productos con fallas de stock, se suma el antibiótico Cloranfenicol, el antiinfeccioso Mebendazolel y el antidepresivo Amitriptilina. Se trata de fármacos comúnmente recetados en consultorios y cuya falta abre un debate sobre las responsabilidades tras el desabastecimiento.
Jaime Espina, jefe del Departamento de Operaciones de Cenabast, explica que en el caso del Cloranfenicol “no tuvimos oferta de parte de los proveedores durante 2015 y 2016”. Según Espina, esto se debe a que “hay algunos productos que, por su poca demanda, los proveedores a veces no lo ofrecen o prefieren venderlos directamente”.
Jean Jacques Duhart, vicepresidente ejecutivo de la Cámara de Innovación Farmacéutica (CIF), que agrupa a laboratorios internacionales, dice que se trata de “un tema donde la autoridad tiene las herramientas para poder anticipar lo que ocurrirá y no lo ha hecho”.
En Chile, por ley, existe la obligación para todos los laboratorios con productos registrados de informar con anticipación la suspensión de la producción. Para Duhart “en un sistema de libre mercado, donde un laboratorio no está obligado a producir permanentemente un producto, se respeta esa decisión”, por lo que “el hecho de que se hayan producido situaciones de desabastecimiento, se explican por déficit de gestión de parte de las autoridades”.
Desde la Asociación Chilena de Municipalidades, la directora de Salud, Jessica Mualim, explica que, hasta la semana pasada, algunos municipios confirmaron problemas de abastecimiento. “Esto provoca un enorme daño a los presupuestos de salud municipal, ya que la ausencia de estos medicamentos obliga a pagar un mayor precio en el mercado”, indica Mualim.
Se trata de una situación donde los principales afectados son las personas que se atienden en el sistema público y que, por la falta de stock, deben adquirir el producto en el comercio. “Es un problema que afecta directamente el bolsillo de los pacientes”, afirma Camilo Bass, secretario general de la directiva de la Asociación de Médicos de la Atencion Primaria. De acuerdo al especialista, “nosotros no tenemos claridad de quién se debería hacer responsable al momento que recetamos un medicamento y no está en la farmacia del consultorio”. Bass apunta a que en esos casos “lo que se ha hecho hasta hoy es traspasarle la responsabilidad a la familia, a las personas, para que se los compren”.
Para Trinidad Vargas, química farmacéutica de atención primaria en Vitacura, “en Chile las políticas públicas de salud no tienen relación con una de medicamentos: el Estado dice ‘voy hacer una patología Auge’, pero no tiene convenio con algún laboratorio, no hay uno estatal, y no existe obligación de ellos para producir o no el medicamento, incluso los que tienen el registro sanitario”.
Desde Cenabast, Espina remarca que, frente a la situación, se trabaja para que “a la Cenabast se le otorgue mayor flexibilidad y facilidad para considerar un mercado internacional para el abastecimiento de productos”. Añade que “hoy día tenemos una serie de restricciones importantes para importar productos cuya oferta en Chile es muy limitada y si tuviéramos las facultades, podríamos abastecer a Chile con precios competitivos y más bajos”.
Fuente: La Tercera