Instalar una cultura de prevención dentro de las empresas que se impregne en la cotidianidad del trabajador materializa una de las condiciones fundamentales para evitar que se susciten accidentes y enfermedades de origen laboral. Esto está comprobado por una infinidad de estudios y experiencias. Ahora, cuando se trata de prevenir la silicosis, entonces esto adquiere aún más relevancia, pues resulta, estadísticamente, difícil de detectar a tiempo por los médicos no especializados en salud ocupacional, confundiendo sus escasos síntomas con otros padecimientos, permitiendo que esta enfermedad respiratoria avance y se agrave silenciosamente. Por si esto fuera poco, la silicosis es irreversible.
Algunos años atrás se creyó que la exposición prolongada a la sílice cristalina -que es lo que puede producir la silicosis, al entrar este polvo en el aparato respiratorio mediante su inhalación- solo ocurría en el rubro minero, pero está lejos de ser así.
Tras una investigación del Instituto de Salud Pública (2004-2005) del Ministerio de Salud, hoy sabemos que alrededor del 5,4% de la población trabajadora tiene una alta probabilidad de exposición a la sílice, incluyendo sectores como la construcción, seguido de la manufactura, pero también varias otras industrias en menor grado, pero no por eso de menor significación, como los laboratorios dentales, la agricultura, la artesanía, los cosméticos o las fundiciones. Cualquier persona que se exponga a la sílice por un período prolongado sin tomar las medidas de protección, seguridad y prevención adecuadas, muy probablemente se verá afectada por esta enfermedad progresivamente incapacitante, que deriva en una serie de complicaciones y daños pulmonares permanentes (fibrosis pulmonar) y, eventualmente, en el fallecimiento.
La preocupación por este flagelo es de carácter global y la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Internacional del Trabajo (OIT) se plantearon el desafío de hacer desaparecer esta enfermedad para el año 2030.
A su vez, nuestro país se sumó formalmente a esta iniciativa y en 2009 lanzó el Plan Nacional de Erradicación de la Silicosis (Planesi), trabajando desde 2007 para su implementación, alertando a los actores involucrados de la situación y tomando las medidas correspondientes. Solo a través de un enfoque tripartito (gobierno, empleadores y trabajadores) e intersectorial se logrará seguir controlando y disminuyendo la exposición laboral a polvo de sílice, pues este compuesto químico (muchas veces invisible a los ojos) siempre estará presente en las actividades productivas mencionadas y la única solución radica en las medidas preventivas y de seguridad que se lleven a cabo.
unidos y en conjunto
Hay que recordar que por ley y tal como dice el artículo 184 del Código del Trabajo, los empleadores son los primeros responsables en tomar todas las medidas necesarias para proteger eficazmente la salud y seguridad de sus trabajadores. Al mismo tiempo, las empresas deben fomentar la participación de los trabajadores, pues son ellos los que están más expuestos a los riesgos, pero también los que más los conocen. Así, fortalecer los comités paritarios, que son quienes los representan, es vital.
Las mutualidades entregan una asesoría experta en prevención de riesgos incluida en el seguro social de la ley 16.744, la que brinda prestaciones gratuitas para el trabajador. Se realizan capacitaciones, programas de gestión de riesgos y encausan los protocolos de vigilancia epidemiológica relativos, entre otros, a la silicosis.
Es importante destacar que, sin embargo, las mutualidades no tienen facultades fiscalizadoras que deriven en sanciones para las empresas o trabajadores que no sigan estas recomendaciones y normativas. Si la empresa no procura un ambiente razonablemente sano o el trabajador no usa los equipos de protección personal como se debe, entonces es difícil que podamos cumplir el desafío de terminar con esta dura enfermedad.
En abril pasado, el Gobierno relanzó el Planesi, para adecuarlo a los cambios que ha habido en los procesos de producción, reafirmando su compromiso con la OMS, la OIT y, por sobre todo, con los trabajadores.
Nuestro país está bastante adelantado en el desarrollo de este plan de erradicación cuando se le compara con otras naciones, pero aún son cientos de miles los trabajadores chilenos que están expuestos a la sílice cristalina. Por ello, nuestro llamado apunta a promover el diálogo social y la participación de todos. Si queremos cumplir nuestro compromiso y erradicar la silicosis para 2030 (ojalá antes, claro), entonces no parece haber otro camino más que el de la prevención y la concientización de los trabajadores y empleadores, unidos y en conjunto.
Columna de Ernesto Evans, Presidente de la Asociación de Mutuales A.G.
Fuente: El Mercurio