Padre Hugo Tagle
Una encuesta realizada por Adimark y Chile 3D muestra que, si bien los chilenos se sienten más felices con su vida (66% contra 60% del año pasado), el número de estresados también aumenta. De un 22% al 34%. Estudios similares llegan a conclusiones parecidas: los chilenos se sienten más felices, pero el nivel de agobio y tensión aumenta casi en paralelo. Ser felices tendría un costo anímico muy alto.
¿Cómo se puede ser feliz con tanto estrés?, pregunta el estudio. «El aumento de estrés se relaciona con la mayor sensación de felicidad, porque en los chilenos ser feliz siempre involucra sacrificios», responde uno de los especialistas, casi resignado ante esta suerte de fatalidad. Y agrega: «Es el costo de la felicidad. Se ve que las personas tienen menos tiempo libre que antes, tanto en la semana como el fin de semana».
Caminar hacia una mejor calidad de vida implica esfuerzos, sin duda. Pero se pueden adquirir mayores cuotas de felicidad tras un proceso amable, más llevadero, menos traumático. La felicidad no es solo la meta, también el camino.
Paradoja I mente, muchos se relajan o combaten las tensiones con actividades que realizan solos o al interior de sus casas: Ver TV, escuchar música, dormir. Sólo el 18% hace deporte o se junta con amigos. Un aislamiento que más bien contribuye a aumentar el estrés antes que a eliminarlo. Para muchos, lamentablemente, «estar con otros», pareciera ser un estorbo, una carga, antes que fuente de riqueza, crecimiento y desarrollo personal.
«Se trabaja para ganar más y no se ve como Una actividad con sentido de vida», dice el mismo estudio. Los esfuerzos por mejorar el clima laboral no parecieran dar los frutos deseados. Es aún un gran desafío.
El apoyo y contacto con los demás, amortigua y aminora el estrés; redunda en niveles de satisfacción mayores en el quehacer diario.
¿Cómo superar esta enfermedad del siglo XXI? Cultivar buenas amistades, darse tiempo para la familia, «perder el tiempo» con ella, en particular con los hijos. Tiempo invertido en ellos es ganado para el futuro. Hacer deporte, al menos caminar media hora diaria. Leer. Y lo más importante: rezar, cultivar una vida interior sana. Darse tiempo para meditar y estar con Dios. Rezar y participar de la vida religiosa comunitaria ayuda mucho. Si es creyente, participe de su rito, misa, oficio, machitún, plegaria o lo que sea. La mayoría de las religiones buscan el bien de las personas y acercarlas al Creador. Saber de sus alegrías y penas ayuda a relativizar las propias y a valorar los dones recibidos.