La crisis financiera de la isapre Masvida abrió una nueva grieta en nuestro sistema de seguridad social. Son más de 300 mil personas que cotizan en esta institución. Pero los que llevan un procedimiento médico, tienen una afección o preexistencia —los llamados «cautivos»— se llenan de incertidumbre. Yo soy uno de los cotizantes «cautivos» en Masvida, y permítanme, desde esa vereda, una reflexión muy personal: en noviembre de 2016 me detectaron una enfermedad grave, fui operado, y estoy en tratamiento: varios exámenes, medicaciones muy costosas cada 15 días, consultas y, probablemente, una nueva intervención. El mismo prestador médico donde fui operado (excelente atención y calidad profesional), hace unos días me envió un correo advirtiendo que se terminó el convenio para la bonificación con la isapre. Después el tema fue rectificado, y se activó el convenio, pero la sensación que deja no es la mejor.
Paralelamente, Masvida me envía otro correo donde «piden sinceras disculpas» por las «molestias y la confusión generada por rumores infundados» y aseguran que «no están en proceso de quiebra». En paralelo, la Superintendencia de Salud pide sendos antecedentes financieros, y se publica en la prensa la entrada de un posible socio nuevo que, probablemente, inyectará recursos económicos para paliar sus contingencias.
Soy parte de la realidad que viven muchos afiliados, que esperamos con estupefacción a que termine este fuego cruzado entre isapre y autoridad, y lleguen las respuestas. Sorprende que no se hubieren tomado medidas mucho antes para evitar que esto pasara. Creo, sin exagerar, que se están transgrediendo los principios más básicos de la seguridad social (universalidad, solidaridad, igualdad, entre otros), dejando a muchas personas sin respuestas contundentes, atónitos leyendo las noticias y pensando que, además de lo primordial que es sanar, tal vez exista riesgo de cobertura y protección. ¿Qué pasó que se tuvo que llegar a este punto?
En Chile tenemos muchos sistemas previsionales, lo cual permite una mejor oferta. Pero hay un racimo de instituciones no siempre bien articuladas entre sí. En salud, está Fonasa, las isapres, los seguros complementarios, los catastróficos, la salud laboral y la común. Todo dentro de sistemas públicos y privados, con y sin fines de lucro.
Unos funcionan muy bien, otros no tanto. Pero, si por ley los trabajadores y empleadores deben pagar obligatoriamente un porcentaje del ingreso en previsión de salud, lo mínimo es que se garantice una línea de base siempre: cobertura, protección y acceso. Jamás los afiliados a una isapre debieran verse afectados por malas decisiones administrativas.
Las isapres cumplen un fin público y son parte del sistema de seguridad social. La crisis de Masvida ha puesto en evidencia que en el sistema de salud urgía una reforma que, al menos en el mediano plazo, parece que no habrá. ¿Y quién sufre las consecuencias? De más está decirlo.
Columna de Ernesto Evans, Presidente de la Asociación de Mutuales
Fuente: La Segunda