En cualquier tipo de faenas es muy importante el control que se pueda hacer sobre el polvo como contaminante del aire que respira el trabajador. El aire «más sano» es aquel que, aparte de su composición química ancestral, no contiene ningún otro elemento que lo contamine.

Por lo tanto, cualquier polvo que haya en un ambiente laboral pasa a ser un contaminante del aire, y por ende, se transforma en un agente irritante del sistema respiratorio, y esto puede dar origen a múltiples patologías, que van a depender de la composición química, tamaño de las partículas respirables, la cantidad de polvo que se esté respirando y tiempo de exposición a tal contaminante.

Los tipos de contaminantes presentes en una faena van a depender, precisamente, de cuál es la actividad económica de la faena. Por ejemplo, en la minería del cobre el contaminante del polvo más común es el dióxido de silicio, que es el productor de la enfermedad profesional llamada Silicosis. En el ámbito de la construcción, por otro lado, nos encontramos con la exposición a asbesto en las reparaciones o demoliciones de edificios antiguos. El rompimiento de esos pisos o techos que pueden contener asbesto, libera al aire fibras de asbestos y eso también constituye otro ejemplo de enfermedad pulmonar. Por nombrar solo algunos casos.

Respecto a las enfermedades respiratorias ocupacionales más frecuentes en nuestro país se destacan las de índole irritativa, es decir, las bronquitis crónicas, el asma bronquial. Si estas no son tratadas médicamente, o bien, el trabajador no es cambiado de su puesto de trabajo, tenemos como resultado la enfermedad bronquial obstructiva crónica, que implica un problema de salud bastante grave, porque la oxigenación vital para la actividad del hombre es afectada.

Por otra parte, es importante considerar que la presencia de polvo orgánico o inorgánico también puede agravar ciertas enfermedades preexistentes. Por ejemplo, en el caso de un trabajador asmático, cuyo asma lo adquirió en su infancia y que no se ha logrado controlar bien, es fundamental que el empleador seleccione correctamente la labor que va a desempeñar; como también en el caso de un trabajador portador de un asma bronquial controlada, la exposición a cualquier agente que contamine el aire, puede ser un agravante de su cuadro bronquial, o bien hacer que los episodios agudos de asma sean más frecuentes.

Si revisamos, en tanto, la normativa chilena en la actualidad, nos podemos dar cuenta de que se está haciendo cargo adecuadamente de estas materias, a través del Decreto 594, que dentro de las múltiples condiciones que coloca en los lugares de trabajo, hay una que identifica cuáles son los agentes químicos de peligro y determina, además, las concentraciones máximas que pueden haber de estos agentes en los lugares de trabajo.

Por esta misma razón, y por una serie de avances que ha impulsado la autoridad sanitaria, considero que en el control de las enfermedades respiratorias de origen laboral se están dando pasos realmente importantes; el primero de ello, es el respaldo que el Estado y la legislación laboral vigente le ha dado al control de la enfermedad llamada silicosis pulmonar. El Estado ha establecido protocolos de vigilancia, tanto del ambiente laboral como de la salud de los trabajadores, y que deben ser respetados por las empresas en las cuales exista el riesgo. Y por otro lado, el Ministerio de Salud también lleva tareas muy avanzadas respecto a todas aquellas sustancias químicas o agentes productores del cuadro de asma, que es más frecuente que el de la Silicosis.

 

Columna de Hernán Venturino, médico en salud ocupacional del IST

 

Fuente: El Mercurio