EL CONGRESO aprobó un proyecto de ley que contribuirá a que papás y mamás acompañen a sus hijos en caso que éstos se vean afectados por un problema grave de salud. La iniciativa que promueve un mejor cuidado desde lo afectivo, extiende el beneficio que antes solo se limitaba a los niños menores de un año, y que ahora beneficiará con cobertura a padres de menores hasta de 18 años.
Esto, a través de la creación de un fondo que financia las licencias médicas: el Seguro Solidario para el Acompañamiento del Niño y Niña, que lleva además una bonita y fonética sigla: Sanna. Como toda política pública, debe contar con una forma de financiamiento sostenible en el tiempo y que no dependa de variables exógenas, pues ya conocemos casos de ese tipo y después las cosas no resultan como se prometieron. Por ello hemos ideado un plan con bases sólidas, que, además, no significará nuevos gastos a ninguna de las partes involucradas.
No se traducirá en más costos para los empleadores, trabajadores, ni para las arcas fiscales, porque formalmente todos los empleadores cotizan para el seguro social de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, que es administrado por las mutualidades (entidades sin fines de lucro) y entrega a los trabajadores prestaciones médicas, preventivas y económicas, sin ningún copago.
Esto se financia con un porcentaje de la remuneración imponible de los trabajadores, pagado íntegramente por el empleador. En los años 90 nos vimos en la necesidad de suplementar el financiamiento y en 1998 se creó una cotización extraordinaria del 0,05% del sueldo imponible, que si bien para cada empleador individual no significa un costo importante, al sumarse todos alcanza una cifra que equivale a alrededor de $ 20 mil millones anuales. Los tiempos han cambiado y las mutualidades quieren seguir fortaleciendo su rol social, fomentando el bienestar de los trabajadores y sus familias.
Por ello, con el proyecto de ley que creará el Sanna, iremos transformando gradualmente esta cotización del 0,05% en un fondo especial, que podrá solventar las licencias médicas para que padres y madres puedan seguir cuidando a sus hijos afectados después de su primer cumpleaños. Las mutuales quisimos sumarnos a esta iniciativa, pues creemos firmemente que el bienestar de los trabajadores, su productividad y rendimiento -y en último término su felicidad- está sustentada por el bienestar de sus hijos.
Si el hijo de un trabajador se enferma gravemente, el sufrimiento y el dolor es al menos igual o peor que si el trabajador se hubiere enfermado. Aún queda por definir cómo se administrará y qué dolencias cubrirá este fondo, entre otros detalles, pero el primer paso, que suele ser el más difícil, ya se dio y solo falta recorrer el sendero demarcado.
Esta redistribución de recursos no solo ayudará y dará algo más de tranquilidad y protección a los trabajadores que, lamentablemente, tengan que usar este nuevo seguro, sino que terminará siendo positivo para la sociedad; una que se basa más en valores humanistas y menos en valores económicos, pero que al mismo tiempo tiene la visión y la capacidad de generar diálogos fructíferos entre el mundo público y el mundo privado, pues ese tipo de acuerdos son los que más añora la ciudadanía. Más diálogo produce, en los hechos, más beneficios a los trabajadores.
Columna de Ernesto Evans, Presidente de la Asociación de Mutuales
Fuente: La Tercera