La Asociación Chilena de Seguridad (ACHS), de la mano de su programa ‘Por un buen trabajo’, busca fomentar la salud y calidad de vida de los colaboradores de sus empresas afiliadas. La iniciativa, por medio de la entrega de herramientas metodológicas, pretende mejorar la gestión en este ámbito al ayudar a las compañías a desarrollar planes a largo plazo.

‘En base a nuestra experiencia, nos dimos cuenta de que lo que se necesitaba era asesorar a la empresa considerando su realidad y particularidades. Por lo mismo, a través de este programa, les enseñamos a elaborar un buen diagnóstico, tanto de la salud del trabajador como de las condiciones laborales que influyen en ésta y a construir un plan que incluya metas, indicadores y acciones a corto y mediano plazo. Todo esto involucrando a sus colaboradores’, señala Gabriela Núñez, coordinadora nacional del Programa de Promoción de la Salud de la ACHS.

En Chile, el 72.4% de los trabajadores se define como sedentario en su tiempo libre y admite tener prácticas dañinas para la salud, tales como fumar (38%) y consumir alcohol en forma riesgosa (8.7% de los hombres y 1.3% de las mujeres%). Además, el 45% de las mujeres señala que siempre o casi siempre debe dejar el trabajo para ir a solucionar un problema en casa (Fuente: ENETS 2009 -2010; Minsal; DT; ISL).

‘Hoy las empresas se muestran mucho más interesadas en el bienestar de sus trabajadores y en ser parte de este tipo de programas. Si bien los cambios de salud se evidenciarán en un largo plazo, si podemos apreciar mejoras en cuanto al orden y la gestión de los programas de cada compañía’, destaca Núñez.

Salud mental y exposición a riesgos psicosociales

Los accidentes laborales son consecuencia de múltiples aspectos ligados al sistema organizacional, pudiendo la exposición a riesgos psicosociales derivar en una enfermedad mental del trabajador, y por lo tanto, favorecer las probabilidades de sufrir un accidente.

Según la Encuesta Nacional de Empleo, Trabajo, Salud y Calidad de Vida de los Trabajadores y Trabajadoras de Chile (ENETS) cuyos resultados se presentaron en 2011, un 23% de los funcionarios admite sentirse triste o deprimido y un 31% posee una sensación continua de cansancio.

‘Sabemos que las enfermedades de salud mental – en el plano profesional – han ido en alza durante los últimos 10 años, y por lo mismo, como ACHS hemos aumentado nuestros esfuerzos en la prevención de este tipo de patologías. Las cifras son preocupantes y dejan de manifiesto lo importante que es intervenir en riesgos psicosociales dentro de las empresas, pero también es fundamental considerar el bienestar, la salud física y social de los trabajadores’, destaca Daniela Campos, jefe técnico de Riesgos Psicosociales de la ACHS.

Para apoyar a sus empresas afiliadas en esta materia, la ACHS cuenta con un equipo de psicólogos especializados en salud ocupacional, los que brindan asesoría en el manejo de la exposición a riesgos psicosociales y ayudan a incrementar el bienestar de los trabajadores.

‘También debemos destacar el gran aporte que ha sido el Protocolo de Vigilancia de Riesgos Psicosociales en el Trabajo que desarrolló el Ministerio de Salud. Éste ha sido un importante aliado al momento de invitar a las empresas chilenas a contar con una metodología que establezca un estándar mínimo de salud en cuanto al ambiente psicosocial laboral, identificando la presencia y grado de exposición a riesgos psicosociales al interior de una organización’, agrega la experta.

Dicho protocolo se enmarca dentro del propósito del Gobierno de disminuir las enfermedades profesionales al 2020, donde los factores psicosociales ocupan un puesto relevante. Esta iniciativa plantea enfrentar los riesgos de esta índole por medio de tres tipos de intervenciones.

Por un lado, están las denominadas ‘intervenciones primarias’ que aluden a la entrega de información que apunte a mejorar la salud -con énfasis en la fuente del problema- y la generación de políticas que ayuden a evitar situaciones conflictivas que puedan potenciar estos riesgos. En tanto, las ‘intervenciones secundarias’ se centran en detectar patologías, como el estrés, y sus respectivas causas, acompañando esto con estrategias destinadas a afrontarlas. Y finalmente, las ‘intervenciones terciarias’ hacen hincapié en el desarrollo de acciones orientadas a reparar los daños causados en los colaboradores.

 

Fuente: El Dínamo