Si bien 2021 se perfilaba como el año donde se podría ver el fin de la pandemia del coronavirus gracias a las distintas vacunas fabricadas en tiempo récord, en Chile y el mundo se ha demostrado que las medidas farmacológicas no son suficientes para erradicar al Covid-19. Ahora, y pese a una segunda ola con más casos, los expertos coinciden en que sin vacunas los contagios podrían haber sido, al menos, un 50% más. Y ahora, en medio de una desescalada de las infecciones que ha llevado los contagios al menor nivel desde inicios de marzo y la amenaza de la variante delta, los ojos están puestos en una tercera dosis que ayude a cortar la transmisión del virus.
En marzo del año pasado, poco antes de que llegara el Covid-19 al país, los medios internacionales informaban de la situación sanitaria en el norte de Italia: un brote descontrolado, la capacidad hospitalaria a tope y estrictas cuarentenas. Así, y como un anticipo, un par de meses después Chile alcanzó su peak de casos de coronavirus de 2020, con 6.938 contagios diarios reportados el 14 de junio. Sin embargo, algunas proyecciones estiman que, considerando que el volumen de exámenes PCR era menor en ese entonces -cercano a la mitad de la capacidad actual- los contagios no pesquisados habrían sido superiores a los que se conocieron.
Con el correr de los meses y el factor estacional de por medio, Chile reportó una drástica baja de la circulación viral. No duró mucho. Si 2021 se perfilaba como el año en que se comenzaría a superar el virus gracias a las vacunas -elaboradas en tiempo récord-, la primera mitad del año ha demostrado que la meta aún está lejos y que no será fácil de alcanzar solo con medidas farmacológicas.
Así, en lo que va del año, la curva epidemiológica muestra que el virus ha tenido tres rebrotes y un total de 942.344 contagios confirmados en el país. Es decir, en estos seis meses se ha confirmado el 60% de todos los contagios acumulados en la pandemia, los que ascienden a 1.551.178.
En esta última fase, además, comenzaron a surgir las variantes “de preocupación” -según la calificación de la Organización Mundial de la Salud (OMS)- que, hasta ahora, suman cuatro: alpha (B.117 o británica), gamma (P.1 o brasileña), beta (B.1.351 o sudafricana) y delta, de linaje B.1.617.2, detectada por primera vez en la India. Todas ellas tienen algo en común: son más contagiosas que el linaje original del virus de Wuhan. Y en el caso de delta, que reviste la mayor preocupación por estos días, se investiga si es potencialmente más mortal.
Las cuatro variantes “de preocupación” ya están presentes en Chile, pero es la P.1 -con origen en la ciudad de Manaos, en Brasil, y que ingresó al país a fines de enero por contagio de viajeros- la cepa que predomina y hoy representa cerca del 50% de las muestras secuenciadas genómicamente por el Instituto de Salud Pública (ISP). Este sería, según indican los expertos, uno de los elementos principales que dieron origen a la segunda ola del virus registrada en abril pasado, con un peak general de 9.171 casos, y con un rebrote ocurrido hace algunas semanas -tras los primeros desconfinamientos en la Región Metropolitana- que marcó su punto más alto el 5 de junio, cuando se reportaron 8.867 contagios.
Frente a ello, el académico en Salud Pública de la U. de Santiago Claudio Castillo cree que considerando que del verano hasta ahora la cepa se volvió predominante acorde a las secuenciaciones, se debe aumentar el número de estos análisis, principalmente entre quienes llegan a las UCI. Lo mismo, explica, se debe hacer frente a la variante andina o C.37, la que le sigue a la P.1 en incidencia, pero que hasta ahora es solo calificada como de “interés” por la OMS.
“Junto con un mayor testeo, es importante que se puedan realizar secuenciaciones genómicas a exámenes de pacientes en UCI para poder determinar la relación entre la severidad y la circulación de ciertas variantes de interés y preocupación. Además, se debería abrir la posibilidad de combinación de vacunas en la población más vulnerable a este nuevo contexto, como las personas mayores que están en aumento en UCI. Ante un refuerzo de vacunas se puede considerar Pfizer, que está mostrando mayor efectividad y eficacia, para que pueda ser un refuerzo para personas mayores y con comorbilidades”
Asimismo, el epidemiólogo Gabriel Cavada describe que así como ha cambiado el virus, también ha cambiado la población susceptible a él. “El año pasado murieron y enfermaron gravemente las personas de mayor edad y más débiles. Y a su vez, el virus muta en términos que se hace más eficiente en su transmisión, pero eso tiene un fin y los virólogos describen lo siguiente: es que después de un tiempo el virus deja de mutar, y a su vez el sistema inmunológico del ser humano, en términos poblaciones, mantiene el virus a raya. Pero por ahora eso no ha ocurrido, y lo que sí pasó es que ingresó la variante de Manaos, mas contagiosa que la original. Si con el virus original en marzo de 2020 cada contagiado contagiaba a cuatro personas, la P.1 es capaz de contagiar a seis. Y ahora lo que se espera con delta es que cada contagiado genere nueve contagios nuevos”.
Cavada agrega que “los susceptibles están siendo más jóvenes y, demográficamente, ahora el virus tiene una población mas grande a quien atacar, personas más jóvenes, y por eso el número de casos se elevó”.
Sin embargo, el experto cree que ayudó haber llegado a la temporada de otoño-invierno con un porcentaje relevante de los adultos mayores vacunados (más del 85%) con sus dos dosis. Y es que sin la protección conferida principalmente por la vacuna CoronaVac, la más ampliamente utilizada en el país y que cuenta con un rango de protección del 63,6% para el Covid sintomático -acorde a la actualización del monitoreo de la efectividad de la vacuna en Chile-, los casos diarios podrían haber aumentado cerca de un 50%, analiza Cavada.
“Con respecto al peak (de abril e inicios de junio), sin vacuna probablemente hubiéramos tenido un 50% más de casos diarios. Por lo menos 13 mil casos diarios. No hay que dejar de lado que de los hospitalizados actualmente la mayoría no está vacunado, o al menos no completamente. Ahora viene el segundo objetivo, que es cortar la transmisión y para ello se debe analizar esta tercera dosis”, concluye.
Para el infectólogo de Clínica U. de los Andes y decano de Medicina de la U. San Sebastián, Carlos Pérez, durante abril y mayo “el mayor impacto de la vacuna fue en las personas mayores de 60 años. Tuvimos menor número de casos, hospitalizaciones y fallecidos de ese rango. Quienes sufrieron más fueron los menores de 60 años, con comorbilidades y que no habían recibido su plan completo de vacunación hasta ese entonces. De igual forma tuvimos y seguimos teniendo muchos fallecidos”, describe el médico.
Con ello, asegura que “en un escenario hipotético, sin ninguna vacuna hasta el día de hoy, esto hubiese sido catastrófico, con números mucho mayores y un sistema de salud totalmente colapsado. CoronaVac sigue siendo bastante efectiva para prevenir enfermedad grave y muerte. Sin embargo, el próximo paso es controlar la transmisión y por ello la tercera dosis es motivo de análisis, son propuestas que aún no están basadas en evidencia científica, pero lo estamos estudiando. El gobierno está en eso, y hemos sostenido algunas reuniones con Salud y Ciencia. Una opción es usar vacunas heterólogas, es decir, de distintas plataformas”, detalla.
Desde el 6 de junio pasado, hasta el cierre de la semana anterior, los casos activos de Covid-19 habían caído en un 43,5%, de 49.356 a 27.847. Así, desde el 10 de marzo (27.982) pasado esta cifra no se reportaba por debajo de los 30 mil.
A juicio de la epidemióloga y miembro del Consejo Asesor Covid-19 María Teresa Valenzuela, “es una caída a una velocidad que no se había visto, lo que nos demuestra que somos capaces de llegar a una disminución del número de casos activos. Las medidas que tenemos que mantener son complementarias al avance de la vacunación, evitando aglomeraciones, disminuyendo la movilidad, haciendo los espacios más ventilados. Y frente a la llegada de nuevas variantes del virus, tenemos que mantener lo que hoy se está logrando. El uso de mascarilla al salir, tener actividades al aire libre, el distanciamiento físico son medidas que no son imposibles de cumplir”.
Asimismo, la experta llama a elevar la vigilancia del virus en zonas donde repentinamente, por ejemplo, se detecte un aumento de los casos y se sospeche de la actuación de una variante como delta. Pero principalmente en las fronteras, ya sean aéreas o terrestres. “Hay que fortalecer la vigilancia epidemiológica. Hay que estar atentos a los aumentos de casos, donde haya necesidad de secuenciar y mandar esas muestras donde corresponde. En estos momentos la institución que tiene la misión de hacer esto es el ISP, y está siendo reforzado por los laboratorios universitarios por el Ministerio de Ciencias. Pero la capacidad en el ISP es limitada, de cerca de 250 muestras semanales”, concluye.
Héctor Sánchez, director del Instituto de Salud Pública de la Universidad Andrés Bello, coincide en los riesgos que implica esta variante. “Esta nueva cepa delta, por sus características, podría dar inicio en los hechos más que a una nueva ola, a una nueva pandemia: es mucho más agresiva, la efectividad de la mayoría de las vacunas baja sustancialmente -no sabemos cuánto bajará la Sinovac, no tenemos estudios concluyentes-, los síntomas principales son diferentes y afecta más a los niños”. El académico añade que mientras está en análisis la inoculación de una tercera dosis -o eventualmente, nuevas vacunas- “es conveniente ser muy prudentes y actuar en forma preventiva con todas las herramientas, principalmente para retardar la fase de contagio comunitario y dar tiempo a saber más sobre cómo enfrentar esta nueva amenaza”.
Fuente: La Tercera