Hay cosas que uno no valora hasta que las pierde. Las conversaciones triviales, por ejemplo, son una de esas cosas.
Esas conversaciones casuales que, antes de la pandemia, solíamos mantener con extraños y desconocidos -en el supermercado, en el metro o la micro, en los pasillos de la oficina– y que trataban sobre… pues, de la nada misma. Por algo en inglés se les llama small talk (“charla pequeña”).
Incluso quienes dicen odiar estos intercambios banales (“¡A quién le importa hablar del clima!” piensan algunos) han reconocido que, durante el confinamiento, los echaron de menos. ¿Por qué nos hacen falta? ¿Qué papel juegan realmente estas charlas en nuestro bienestar?
CONEXIÓN CON EL MUNDO
Este tipo de interacción “nos pone de buen humor. Eso es en parte porque nos ayuda a sentirnos conectados con otra gente, y eso es algo realmente importante para los seres humanos”, dice Gillian Sandstrom, profesora de psicología de la Universidad de Essex, en Reino Unido, quien ha investigado el impacto de las relaciones débiles (en oposición a los lazos profundos) en la gente.
“Necesitamos sentir que somos parte de un grupo y de algo más grande», añade. “Hablar sobre trivialidades con extraños nos hace sentir que podemos confiar en la gente y que el mundo en general es un lugar seguro, igual que nuestra comunidad”.
Pero además de la conexión, es la novedad lo que más nos hizo falta en los meses de aislamiento. La charla trivial “trae algo nuevo e impredecible a nuestra vida. Cuando conversamos con un extraño no sabemos qué dirección tomará la conversación o de qué vamos a hablar. Eso puede asustar un poco, y es una de las razones por las que la gente evita hablar con extraños, pero esa imprevisibilidad es también uno de los grandes placeres que tiene”, dice.
CHARLA DE OFICINA
El small talk no sólo contribuye a hacernos sentir cómodos en lo personal, sino que también nos permite crecer y afianzarnos en el entorno laboral. “Son fundamentales para la colaboración y para generar confianza”, asegura Debra Fine, autora de El delicado arte de la conversación trivial. “Las conversaciones superficiales generan conexión y eso hace que a la gente se preocupe por las cosas”.
Por otra parte, un estudio mencionado por Sandstrom encontró que las personas que tienen más lazos débiles, es decir, que son más conocidos en el trabajo, son considerados más creativos por sus supervisores. “Eso está vinculado a la idea de que uno tiene acceso a más tipos de información: si hablas con gente de distintos departamentos de tu compañía, puede que aprendas un poco más y organices las cosas de forma diferente que alguien que solo habla con las mismas tres personas”, argumenta la experta.
Y es que, en el fondo, el propósito de estas conversaciones no es comunicar – sino conectar. Hace cerca de un siglo, el padre de la antropología social, el polaco-británico Bronislaw Malinowski, argumentó que el small talk no era de dominio exclusivo de las sociedades occidentales y que su objetivo no era comunicar ideas sino cumplir una función social: establecer vínculos personales.
CONSEJOS PARA SER UN EXPERTO EN LA CHARLA TRIVIAL
– Depende de uno iniciar la conversación. “No puedes esperar que alguien te hable en una fiesta o en un evento de la escuela. Tienes que ser tú el que está dispuesto a asumir el riesgo”, apunta Fine.
– A menos que estés en una conferencia de trabajo, no preguntes “¿A qué te dedicas?”. “Es mejor preguntar ‘¿Qué te mantiene ocupado?‘ y la persona te puede contestar lo que sea que quiera decirte”.
– La clave es mostrar interés de forma tal que la otra persona te dé una respuesta real que requiera más de una palabra como respuesta. Por ejemplo, en lugar de “¿Qué tal tu fin de semana?” -que puede responderse simplemente con un «bien, gracias»-, puedes decir: “Cuéntame lo más entretenido que te ocurrió el finde”.
– Usa la herramienta de “información gratuita”: si estás en una reunión social, la otra persona seguramente conocerá al anfitrión igual que tú, así que le puedes preguntar cómo es que se conocen, por ejemplo. O si participas en un evento como voluntario, puedes preguntarle a otro voluntario cómo fue que se involucró en esa organización.
– Evita el tipo de preguntas que matan la conversación. En situaciones en las que no conozcas realmente a la persona, no le hagas preguntas de las cuales no sabes la respuesta. Recuerda: las parejas se divorcian y la gente es despedida de sus trabajos. ¡No asumas que todo sigue igual desde la última vez que los viste!
…Y CONSEJOS PARA ESCAPAR DE LA CHARLA TRIVIAL
Acabar una conversación es tan importante como empezarla, sobre todo si no queremos quedarnos atrapados en una charla que parece no tener fin… pero tampoco queremos ofender o herir los sentimientos de nuestro interlocutor.
Fine recomienda indicar que la conversación está por finalizar mostrando lo que llama una “bandera blanca”, en referencia a la que se usa en las carreras automovilísticas para indicarle al conductor que le queda una última vuelta. Frases como: «Dime una última cosa antes de irme», o «Quería hacerte una última pregunta», o «Tengo que irme, pero explícame tal cosa», cumplen ese propósito.
Por último, si dices que te despides porque te irás del evento – debes irte del evento. “Si acabas de decirle a alguien: ‘Fue muy lindo hablar contigo, pero estoy desesperada por ir a comprarme un café’ y luego te ven hablando largo y tendido con otras personas, ofenderás sentimientos y no generarás conexiones muy buenas que digamos”, señala Fine.
Son todas reglas muy simples que podemos poner en práctica para conectar más fácilmente con la gente que nos rodea, y, al fin y al cabo, sentirnos mejor.
Fuente: Espacio Mutuo de Mutual de Seguridad