Mantener el teletrabajo si no es estrictamente necesaria la presencialidad, respetar los ciclos fisiológicos que han cambiado por la pandemia, son parte de las recomendaciones para mitigar el impacto.

Han transcurrido casi 16 meses de pandemia marcados por escenarios críticos en las cifras epidemiológicas y otros más auspiciosos, como el que se vive en la actualidad. Esto, de la mano con una serie de restricciones como las cuarentenas y procesos de desconfinamientos que por estos días ha llevado a que 38 comunas estén en Apertura Inicial, a las que se sumaron otras 31 a partir del sábado.

Las aperturas implican un alivio para el sector económico que durante todo este tiempo ha sufrido las consecuencias de las limitaciones de horarios y movilidad, y también el retorno progresivo de quienes pudieron hacer trabajo a distancia, lo que viene aparejado a consecuencias en materia de salud mental y las disposiciones para resguardar las medidas sanitarias.

El pasado 1 de junio fue publicada la ley 21.342, que dispone «medidas de protección para el retorno gradual y seguro al trabajo en el marco de la crisis sanitaria por covid-19», las cuales se aplicarán durante el tiempo en que esté vigente la alerta sanitaria decretada con ocasión del brote de esta infección.

«Este protocolo reúne todas las medidas que de una u otra forma se han venido instalando en las organizaciones. Primero, priorizar el teletrabajo para quienes tengan alguna condición de salud que los haga susceptible de tener complicaciones al contagio. Nosotros insistimos en que si hay una tarea que no tiene sentido que se haga presencialmente, hay que seguir haciéndolo (telemáticamente)», indicó el director de Seguridad y Salud en el Trabajo de la Mutual de Seguridad, Octavio Caldera.

Las otras medidas que regula la normativa, explica, tiene que ver con protocolos como el control de temperatura en los lugares de trabajo y saber qué hacer cuando sea sobre 37,8°, y las medidas de control en lugares comunes, como comedor, baños, salas de reuniones, etc.

«Tenemos que preocuparnos de lo que ocurre en las casas»

Pero más allá de lo que pueda regular un marco legal, también la prevención está en manos de la apertura que tengan las empresas en conversar con los trabajadores y socializar respecto a sus necesidades frente al retorno.

«Las empresas también tenemos que preocuparnos de lo que ocurre en las casas. Por ejemplo, si un trabajador vive con muchas personas o con dinámicas que incrementen probabilidad de contagio, también se debe evaluar cómo colaborar o si es necesario que vuelvan».

Una de las definiciones que se propone es facilitar el transporte, puesto que éste también es un riesgo de contagio. «En ciudades como Santiago el uso de transporte necesariamente está acompañado de aglomeraciones, por lo que no podemos obviarlo», indica Caldera. Por ejemplo, facilitar desde la misma empresa el servicio, entregar horarios diferenciados de ingreso, o socializar sus necesidades con otros trabajadores que los puedan trasladar.

El cuidado de la salud mental

Otra de las áreas importantes que ha afectado la pandemia en general, y la extensión de la segunda ola, es la salud mental. El mes pasado, la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, señaló que este escenario «ha producido un desgaste y un agotamiento en las personas que después de este periodo se ha ido notando, nosotros lo vemos en las llamadas Salud Responde».

De hecho, apuntó al incremento de llamadas de personas que incluso buscan atentar contra su vida. «Al principio, a los cuatro o cinco meses de la pandemia, el mayor porcentaje sigue siendo síndromes ansiosos, pero no veíamos la cantidad de llamadas que tenemos hoy día».

Ahora, en el escenario de retorno, la psicóloga clínica y académica de la Escuela de Psicología de la Universidad de Talca, Natalia Uribe, plantea que lo que más ha notado «es que existe una elevada ansiedad en las personas, y sintomatologías asociadas al trastorno adaptativo y estrés».

Esto, porque podríamos pensar que volvemos a algo ya conocido, «pero estamos hablando de un proceso pandémico de año y medio, y eso ha implicado cambios de hábitos, rutinas y horarios». Asimismo recuerda que en el retorno «se mantiene la incertidumbre que genera el covid-19, puesto que no está erradicado», a lo que se suman rutinas que pueden resultar extrañas, «porque en los lugares de trabajo se debe mantener igual la distancia física y se deben respetar las medidas sanitarias».

Recomendaciones para mitigar el impacto

Desde la mirada organizacional, Caldera sostiene que «conversar lo que nos está pasando, colaborar entre nosotros en soluciones, permite en alguna medida controlar lo que nos pueda pasar en relación a la salud mental», por ejemplo, en prácticas como las de solidarizar con el transporte.

Por su parte, Uribe recomienda que «el retorno sea progresivo y gradual, lo que significa que los sistemas organizacionales -educativa o laboral- deben permitir que los empleados retornen por un par de días en la semana, porque esto respeta los ciclos fisiológicos y anímicos de las personas». Esto, además, «le da espacio a esa persona para que pueda organizarse con el resto de la familia».

Asimismo, enfatiza en que las empresas deben buscar instancias para conversar sobre lo que ha significado el covid-19 con sus trabajadores o estudiantes. Para ello, recomienda «contratar a equipos de salud mental y hacer espacios de conversación y reflexión (…) No podemos pretender llegar y hacer clases o trabajar como si no hubiera pasado nada», enfatiza.

Fuente: Emol.com