Una de las preocupaciones de esta emergente fuerza laboral es el acceso a los derechos básicos que ofrece la protección de la seguridad social del país.
La pandemia por el covid-19 aceleró de manera sorprendente distintos procesos que venían paulatinamente desarrollándose en el mercado laboral chileno.
De un momento a otro, miles de personas debieron utilizar la tecnología para trabajar a distancia, responder a nuevas formas de organización al interior de las empresas, o explorar nuevos campos tras haber perdido sus empleos.
En este escenario, el trabajo independiente o en formatos más flexibles pareciera estar ganando terreno y también más interesados, principalmente entre profesionales jóvenes, que ven en estas alternativas la oportunidad de desarrollar carreras más “a la medida”, la posibilidad de llevar a cabo más de un proyecto a la vez o incluso de teletrabajar desde otras ciudades o países.
Mariana Bargsted, directora del Observatorio del Futuro del Trabajo de la Universidad Adolfo Ibáñez y doctora en Comportamiento Social y Organizacional de la Universidad Autónoma de Madrid, reconoce que en el último tiempo, producto de la pandemia, ha escuchado con mayor frecuencia esas aspiraciones, pero dice que, según su experiencia desde el mundo de la academia y de la investigación, el talón de Aquiles de los trabajadores independientes, no solo aquellos que ejercen libremente su profesión, sino también de aquellos que por ejemplo trabajan en el aparato estatal por proyectos, es la seguridad social, por lo que muchos buscan “formalizar” en algún nivel su situación laboral para no perder ese acceso a los derechos básicos que ofrece la protección de la seguridad social.
Efectivamente, este tema es uno de los grandes desafíos en el mundo de los trabajadores independientes.
¿Cómo pueden acceder a las prestaciones de la seguridad social?
Mariana Alcérreca, gerente de Asuntos Corporativos de la Mutual de Seguridad, explica que es necesario recordar y fortalecer la cotización de estos trabajadores independientes en cualquiera de las dos modalidades que permite la ley para acceder a las prestaciones de la seguridad social: una es la obligatoria para quienes emiten boletas de honorarios estables, frecuentes y donde la retención del impuesto (11,5 % durante el 2021) es utilizada para el pago de las cotizaciones previsionales a través de la declaración de renta del año siguiente, incluyendo el seguro de invalidez y sobrevivencia; seguro de accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, la protección de la Ley Sanna (que es la del seguro de acompañamiento para niños y niñas de enfermedades terminales), salud común (isapre o Fonasa) y pensiones (AFP). En este caso, la cobertura comenzará a regir a partir del segundo semestre del año en que se hizo la declaración de impuestos en la operación renta.
La otra posibilidad para los trabajadores independientes es la cotización voluntaria, donde el trabajador determina el monto por el cual quiere cotizar, valor que debe estar entre el sueldo mínimo y el tope imponible y lo hace directamente y de manera mensual para cubrir los mismos ámbitos de la cotización obligatoria. En este último caso, la cobertura es para el mes siguiente del pago.
«El gran desafío del sistema es poder aumentar la cobertura en un contexto donde la flexibilidad laboral ya es un hecho y continuará aumentando, En ese sentido, la educación es de suma importancia para entender lo importante que es trabajar de manera protegida y no verlo solo como un costo. Por nuestra parte, como Mutual de Seguridad nos propusimos la tarea de sensibilizar a todos los trabajadores, ya sean con contrato formal, los que emiten boletas de honorarios o cualquier persona que realiza un trabajo de manera independiente, para que conozcan que tienen acceso a la seguridad social, en nuestro caso, a la seguridad y salud en el trabajo que desempeñen”, ya que tenemos el convencimiento que ser independiente no tiene por qué significar ser informal, afirma la experta.
Fuente: El Mercurio