Todos los trabajadores, dependientes e independientes, tienen acceso en nuestro país a recurrir a dos sistemas de salud: el común y el laboral. La ley garantiza que el “paciente” siempre sea atendido, pero el dónde dependerá del origen del accidente o enfermedad.
La pandemia del coronavirus ha puesto a prueba los sistemas de salud de todo el mundo y Chile no es la excepción. Una de las principales discusiones en el debate público en torno a la seguridad social y sus prestaciones tiene que ver con nuestro actual sistema de salud y sus posibles modificaciones.
Para entender esta discusión es necesario comprender que el sistema previsional en Chile está integrado, además del sistema de pensiones y el seguro de cesantía, por un sistema de salud que se divide en dos: uno común y otro laboral, los que operan de manera complementaria.
Mientras el sistema de salud común se encarga de las contingencias en casos de enfermedad y patologías inherentes al ser humano, el Seguro Social de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, que está a cargo del empleador, se activa en casos relacionados directamente a seguridad y salud en el trabajo.
La ley garantiza que el “paciente” siempre sea atendido, pero el dónde dependerá del origen del accidente o enfermedad por la que se requiera la atención. Si es por motivos laborales, debe hacer valer el Seguro Social de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales, y si no lo es, tiene que recurrir al sistema común.
Lo que cambia, fundamentalmente, son los prestadores y administradores. En el caso de la salud común, la administración está en manos de Fonasa y las isapres, que dan cobertura en el sistema público y privado de salud. En la salud laboral, en tanto, la administración del seguro está a cargo del Instituto de Seguridad Laboral (ISL); las Mutualidades de Empleadores (Asociación Chilena de Seguridad, Instituto de Seguridad del Trabajo y Mutual de Seguridad), entidades privadas sin fines de lucro, y empresas con Administración Delegada (solo la Pontificia Universidad Católica de Chile y Codelco cuentan con esta modalidad), las que tienen sus propios servicios de atención y prevención.
Cómo se complementan
Héctor Jaramillo, gerente corporativo de Seguridad y Salud en el Trabajo de Mutual de Seguridad, explica que uno de los grandes desafíos actuales está en la calificación del origen del accidente o enfermedad, ya que por los cambios que ha habido en el campo del trabajo y en la matriz productiva en Chile y el mundo ya no es tan fácil determinar, por ejemplo, si una enfermedad músculo esquelética pudo ser provocada por una actividad laboral o haciendo algún deporte. Lo mismo ocurre con los problemas derivados de la salud mental o el mismo covid-19.
“Como sistema hemos sido capaces de resolver muchos retos que han ido surgiendo a lo largo de nuestra historia, como la distinción que se hacía antes entre empleado y obrero o durante esta pandemia, cuando se tuvo que determinar si el coronavirus era una enfermedad laboral o no. Sin duda, tenemos que resolver otros desafíos, como la adecuada calificación de las enfermedades profesionales, sobre todo en un contexto de teletrabajo, pero nos parece que la propuesta del seguro social de accidentes laborales, además de ser pionera, ha sido muy exitosa en el país, logrando pasar de tasas de 30 accidentados por cada 100 trabajadores a solo tres”, destaca.
Y agrega: “Se ha hecho un gran trabajo desde el punto de vista de la complementariedad, pero también en la interoperablidad con el sistema de salud común. Nuestros centros de atención han atendido pacientes con covid-19, hemos puesto vacunas, hemos apoyado con especialistas en trauma y rehabilitación, y también en la resolución de listas de espera. Sabemos que podemos hacer mucho más. En ese sentido, nos parece que la gran tarea es trabajar en nivelar hacia arriba con el sistema de salud común, manteniendo esta complementariedad”.
¿Se pueden unificar? El actual proceso de la Convención Constitucional, la conformación de nuevas fuerzas políticas en el Congreso y la instalación del nuevo Gobierno han generado la legítima inquietud por transformaciones al sistema de seguridad social vigente en el país, específicamente para el actual sistema de salud chileno. En ese contexto, para Héctor Jaramillo una decisión de este tipo no es sencilla, ya que los sistemas tienen características y coberturas distintas.
“El Seguro de Accidentes del Trabajo y Enfermedades Profesionales es universal, solidario, sin costo para el trabajador y tiene 100% de cobertura; además considera el pago de subsidios, prestaciones, indemnizaciones e incluso pensiones en caso de un accidente grave que no permita que el trabajador continúe trabajando. Tomando en cuenta estas garantías nos parece que una propuesta de este tipo debiera considerar esos factores que han sido exitosos para el mundo del trabajo”.
Fuente: El Mercurio