Por Jorge Jiménez de la Jara.
Parece el eterno retorno, el debate sobre los seguros privados y el seguro único en salud vuelve a lo mismo siempre y es un asunto político definitivamente. Pero también técnico, de factibilidad económica, también de modelo social al cual se aspire colectivamente. Y no hay un solo sueño.
En la comisión de reforma de las Isapre de 2014 el debate ha sido intenso y a veces áspero por lo que se ha sabido. Los problemas y argumentos son los mismos: solidaridad versus individualismo. Quienes aspiran a la solidaridad financiera en salud proponen un fondo único al menos en el horizonte. Esa propuesta no ha sido aceptada por error de concepto en los años 1950 cuando se creó un servicio nacional de salud para obreros e indigentes, parcialmente enfrentada con el acceso de empleados a la medicina curativa en 1968, dañada definitivamente con la creación de las Isapre en 1981, de discusión infructuosa en la reforma de Lagos el año 2002. A su vez la propuesta de la comisión del 2010 tampoco llegó a puerto legislativo, y nuevamente en el debate desde marzo del presente año ha ocurrido algo semejante. No hay acuerdos unánimes pero parece haber mayoría.
El asunto financiero es uno de los componentes, pero también está presente el de la prestación de servicios médicos donde las diferencias en acceso y calidad pueden ser visiblemente desiguales e injustas. Atenderse en un hospital público deteriorado es muy inferior al de uno privado con tecnología de punta. El sector público prestador, hospitales, tecnología, medicamentos, tiene grandes logros pero lamentables deficiencias. La sociedad chilena no se pone de acuerdo en cómo renovar la infraestructura, si por ejecución directa o por concesiones y el vetusto hospital del Salvador sigue esperando por 30 años. Como consecuencia de sus falencias, el estado debe seguir comprando a prestadores privados ingentes cantidades de dinero para atender a sus beneficiarios.
Hay muchas contradicciones en este terreno y debemos hacernos cargo de ellas para seguir avanzando. Los seguros privados en competencia aportan poco al conjunto, sólo encarecimiento y mayores cargas a las personas. Un seguro único real o virtual permite mejores entrecruzamiento de subsidios entre los sanos y los enfermos, los jóvenes y los viejos, los ricos y los pobres.
Por lo tanto hacia ese norte debemos ir sin olvidar que las prestaciones médicas deben ser reguladas para no empobrecer a la sociedad en su conjunto. Recuperar la atención pública en sus niveles de eficacia y de eficiencia, mantener una visión sanitaria en el mediano y largo plazo. Salud y no sólo enfermedades. Si el asunto es técnico pero principalmente político, los conductores deben buscar acuerdos en ésos términos.
Sobre el autor
Jorge Jiménez de la Jara es médico, graduado en la Universidad Católica de Chile (1968) especialista en Pediatría (Universidad de Chile) y en Salud Pública (Universidad de Johns Hopkins, USA). Fue Ministro de Salud de Chile entre 1990 y 1992, en el retorno a la democracia, época en que inició importantes cambios en política de salud y recuperación del nivel del sector público. En su período de Ministro de Salud le tocó dirigir con éxito la campaña de Control del Cólera (1991) que derivó en la erradicación de la Fiebre Tifoidea y la importante disminución de de la Hepatitis A. Ha ejercido como Consultor en Salud Pública para organizaciones chilenas e internacionales. Entre otras, la USAID, el BID, Banco Mundial, Fundación Rockefeller, OMS/OPS. Miembro y Presidente del Consejo Ejecutivo de la Organización Mundial de la Salud (1998-2001), Embajador de Chile en Italia entre 1995 y 1998. Ha realizado actividades de difusión en salud pública a través de programas de TV, columnas de revistas y periódicos