El economista defiende las reformas en Chile para combatir la desigualdad, pero habla de la necesidad de invertir en infraestructura energética. Afirma que la concentración del ingreso explica en parte la inestabilidad política de los países.
Por Cecilia Correa.
Al economista brasileño y experto en mercado laboral de la Cepal, Antonio Prado, le preocupa que la desaceleración que vive América Latina aumente las tasa de desempleo y afecte los avances que la región ha hecho en disminuir uno de sus desafíos más importantes: la inequidad. Para disminuir la desigualdad y generar crecimiento, pone especial énfasis en aumentar la productividad sistémica, tarea que la región no hizo en sus años de bonanza. ¿Qué respuestas deberían dar los gobiernos en momentos en que la región crecerá 1,8% este año? Invertir, especialmente en infraestructura, propone, donde los países del Cono Sur tendrán que gastar en este sector hasta un 6,7% del PIB para reducir el déficit. “Chile tiene una gran necesidad de energía y le urge hacer inversiones en infraestructura. Pero también en educación y capacitación técnica”.
¿De qué manera la desaceleración de A. Latina está afectando la generación de empleos?
La región pasa por una desaceleración pero todavía mantiene la trayectoria de una baja tasa de desempleo, aunque no crezca con la misma fuerza de antes. Nuestra preocupación es que esta baja en el crecimiento del PIB va a afectar las tasas de desempleo, porque no hay cómo mantenerlas sin crecimiento. La resiliencia de América Latina está llegando a un límite, porque la crisis internacional continúa y el escenario es de incertidumbre. Las instituciones multilaterales nunca corrigieron tanto las estimaciones para un único año.
Chile también está creciendo menos y parte del mundo empresarial responsabiliza a la reforma tributaria…
Chile siente en este momento el efecto de la desaceleración de la economía de China y de la reducción de los precios de los commodities. Ahora, hay un claro esfuerzo de hacer inversiones estructurales. La Cepal defiende la reforma fiscal. Los países de la región recaudan poco, a excepción de Brasil, Argentina y Uruguay. Chile tiene mas capacidad de recaudación y puede hacerlo. Un cambio estructural hay que financiarlo y la coordinación del Estado en este proceso es muy relevante.
¿En qué sentido?
Porque durante la privatización de Chile se mostró un modelo que no resultó y la calidad de la educación no se vio. El endeudamiento de las familias generó un problema, tanto así que la sociedad chilena reaccionó. Son dos reformas difíciles (la tributaria y la educacional), pero muy importantes. Ahora Chile va a tener que buscar energías alternativas y diversificar la economía. El país no le agrega valor a las exportaciones. Por eso creo que este cambio de la economía va a ser largo. El país ya conoció la crisis del salitre y lo que es estar expuesto a un producto. Es un problema de Chile y la región.
Dentro de la discusión de las reformas laborales está el fin del reemplazo en huelga. ¿Qué postura tiene ante esta medida?
No es una buena medida permitir la sustitución en situaciones de huelga, porque la capacidad de negociación de los sindicatos con las empresas depende de herramientas como la movilización y la huelga es la de última instancia. Los países tienen que tomar este tema con cuidado, porque el proceso de distribución de ingresos depende mucho de la fortaleza de las instituciones del mercado del trabajo.
¿Puede dar un ejemplo?
En los últimos 20 años, el crecimiento de la productividad de EEUU fue de un punto porcentual más que el de Europa. En el caso de América Latina es una diferencia más grande. Al no transferir las ganancias de la productividad a los salarios, se generó un proceso de concentración de ingresos en EEUU. Eso está en las investigaciones de Thomas Piketty y Joseph Stiglitz. La tesis de Stiglitz es que al concentrarse los ingresos en EEUU, los de mayores ingresos buscaron rentabilidades especulativas, lo que terminó con la crisis. O sea, la distribución, dentro de las economías capitalistas es una traba para que se produzcan crisis de esta magnitud, y los sindicatos tienen un rol fundamental. Su debilitamiento en EEUU también está en la base de este problema. Hay que tener instituciones fuertes para llevar adelante el proceso distributivo. Entiendo la preocupación de algunos países de que los sindicatos pueden exagerar en sus acciones. En Brasil, sin embargo, aprendieron los límites de la utilización de la huelga y la importancia de pensar no solamente en la compañía, sino en al economía como un todo. Eso también necesitan aprenderlo las empresas: las que no remuneran adecuadamente a sus trabajadores terminan por perderlos; y las economías que también hacen lo mismo, terminan por hacer que las personas emigren a otros países.
El salario mínimo también está en el centro del debate, ¿hay espacio para aumentarlo?
El salario mínimo se tiene que tomar como una política de valorización de largo plazo. No se pueden generar shocks abruptos, pero tampoco se puede rezagar del crecimiento del PIB per cápita de los países. Hablo de que hay que valorizarlo, dentro de lo que la inflación permita, porque con un aumento de la inflación no hay crecimiento del PIB per cápita. (Los salarios) hay que hacerlos crecer en el tiempo, sin correcciones abruptas o rápidas, y no permitiendo que suban menos que el aumento del PIB per cápita.
¿Qué le falta a Chile para avanzar en flexibilidad laboral en relación a sus pares?
El tema de la flexibilidad laboral es muy complejo y hay una desconfianza grande sobre este. Cuando se habla los salarios caen y los derechos de los trabajadores disminuyen. Hay que buscar ahí una negociación que conecte los cambios productivos y tecnológicos con la protección de la calidad del mercado de trabajo. Eso es un proceso de negociación. Pero claramente la flexibilización per se no es una buena idea. España, por ejemplo, tiene varios tipos de contratos flexibles y hoy el desempleo está en 25% y el de los jóvenes supera el 50%, entonces no es un tema de flexibilidad. El problema no fue solo de la crisis financiera, sino de la capacidad y competencia internacional. Hay que buscar una solución a ese tema que no sea tan sencilla ni por las empresas ni por los sindicatos.