El ex ministro de Hacienda y ex precandidato presidencial reapareció públicamente en un seminario organizado por la Universidad de Talca, donde sugirió perfeccionar el término de reemplazo en huelga y considerar la existencia de los grupos negociadores.
Por Pía Toro.
Hace mucho tiempo que Andrés Velasco, ex ministro de Hacienda y ex precandidato a la Presidencia, no realizaba intervenciones públicas. Mucho menos se había referido a la reforma laboral que impulsa este Gobierno y que actualmente se encuentra en discusión en la comisión de Trabajo de la Cámara de Diputados.
Su nombre ha sonado en algunas oportunidades en torno al debate del proyecto, dado que durante la primera administración de la Presidenta Michelle Bachelet, Velasco como ministro de Hacienda habría sido el principal actor que influyó para detener una reforma similar.
El economista no había entrado al juego de los “dimes y diretes” sobre la iniciativa, pero reapareció la semana pasada en un seminario de la Universidad de Talca, donde expuso junto a Bruno Baranda (ex subsecretario del Trabajo y ex ministro de Desarrollo Social) y Francisco Díaz (subsecretario del Trabajo).
En esee contexto y ante una audiencia mayoritariamente de abogados laborales, Velasco se explayó sobre aquellos puntos que apoya de la reforma y otros que a su jucio deberían ser modificados.
Qué le gusta y qué no
“¿Es o no necesaria en Chile una reforma laboral? La respuesta es sí”, comenzó el economista.
A renglón seguido criticó la forma en que se está llevando el debate: “Históricamente el debate sobre las relaciones laborales en Chile ha sido parcial, y por lo menos a mí me deja insatisfecho, porque suele ser un debate entre los principales sindicatos y principales empresarios (…) Potencialmente hay cambios en el proyecto, pero esos cambios no pueden hacerse porque al señor de la Sofofa le parezcan”.
Y siguió en el mismo tono: “Frente a este proyecto las respuestas han sido polarizadas en exceso. Hemos escuchado posturas empresariales que han dicho que con este proyecto va a haber un colapso y volvemos a la edad de piedra; y hay otros que dicen que es insuficiente, que les den 40 cosas más”.
En este escenario, uno de los aspectos de la reforma que valoró fue el referente a pactos de jornadas, al indicar que es un tema que se viene abordando desde la administración del ex Presidente Ricardo Lagos, cuando Ricardo Solari era ministro del Trabajo.
“Valoro mucho que este proyecto contemple pactos de adaptabilidad, ojalá los lleven en la dirección de tener jornadas, turnos y horarios que sean más amigables con el trabajador y, en especial, con el trabajador joven. Esperemos que sea una idea que llegue a puerto. Sería lamentable que al final, debido a que hay demasiadas normas que deban cumplirse para tener adaptabilidad pactada, termine existiendo en la Ley, pero no se utilice”, dijo.
Además compartió el diagnóstico del proyecto, que a su juicio, es coincidente en todos los sectores del país. “El actual régimen de negociación colectiva en Chile está estructurado de un modo que fomenta el conflicto y dificulta la colaboración, y donde la desconfianza es lo que prima, donde todo llega a la huelga y otro tipo de soluciones se hacen difíciles”, sentenció.
No obstante, el economista planteó “detalles” que deben perfeccionarse.
Uno de ellos es el fin del reemplazo en huelga, ya que indicó que podría afectar las relaciones entre la empresa y sus trabajadores, dependiendo el contexto en que la negociación colectiva se realice (alta o baja tensión). “Este (reemplazo) va a ser más deseable o menos deseable dependiendo el contexto general en que se lleve la negociación. Ese marco hay que purificarlo porque ha sido demasiado conducente a la falta de confianza y a la confrontación”.
En esta línea, también hizo reparos a la no extensión de beneficios, remarcando que la OCDE recomienda ampliar la cobertura de los beneficios ganados en la negociación colectiva, más allá de quienes hayan participado en ella.
“Mi lectura es que, de acuerdo a las recomendaciones de la OCDE, habiendo llegado a un acuerdo, más bien se facilite la extensión a aquellos trabajadores que no participaron de manera formal en la negociación. Hay países con una tasa de sindicalización más alta que en Chile, con extensión automática, y por lo tanto no parecen ser enemigas una de la otra. Si de fomentar la participación en el sindicato se trata, se debiera aumentar el tipo de temas que el sindicato pueda negociar, y que ése sea el gancho para que más trabajadores participen en él”, señaló.
En cuanto al término de los grupos negociadores, Velasco hizo presente una opinión de la economista Andrea Repetto, y acusó un vacío en la Ley. “Qué pasa si una empresa legalmente constituida en el norte y en el sur, sólo cuenta con sindicato en el norte, y en el sur no; en el sur no pueden constituir grupos (…) Hay varios aspectos que necesitan lupa y revisión detallada”, aseveró.