El también consejero de la Sofofa afirma que en los últimos meses, la relación con el gobierno “no ha sido positiva” y que está en punto muerto. Asegura que no hay diálogo real.
Por Karen Peña.
Para el presidente de Citroën Chile y también consejero de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa), Fernán Gazmuri, la ausencia de la presidenta Bachelet a la Cena Anual de La Industria dejó en el mundo empresarial una profunda «desilusión por no ser considerados». Era un momento único, dice, para que se pronunciara por el clima económico y el proceso de reformas en curso, que -a su juicio- parecen ir decididamente «contra el tránsito».
Sin embargo, confía en que «las puertas se van a abrir». «El mea culpa está hecho. El mea culpa por el ministro Eyzaguirre fue muy claro, no hay que olvidarlo», reflexiona.
– ¿El gobierno está sumido en el ideologismo antes que priorizar el momento económico?
– Desgraciadamente, se está imponiendo el ideologismo sobre una racionalidad y sobre los acuerdos. Indudablemente, no es bueno que la Presidenta no haya asistido a Enagro, a Asimet, ni a la Sofofa. Aunque la Presidenta los recibió el viernes, son dos cosas totalmente distintas. Una cosa no reemplaza a la otra. ¿Qué motiva desaprovechar una oportunidad como ésa?
– ¿Ahí se demuestra que hay un diálogo de sordos?
– Exactamente. Ahí se siente la carencia de diálogo real, ese es el fondo.
– Entonces, ¿la ausencia de la Presidenta fue como la gota que rebasó el vaso?
– Como empresarios tenemos el deber de no abandonar nuestro trabajo. Como dirigentes gremiales tenemos que estar insistiendo, no entregarnos al tema. Tenemos que insistir con toda nuestra base técnica para realmente mostrar que lo que estamos buscando son políticas públicas que vayan al bien del país. No otra cosa.
– ¿Y en este diálogo de sordos cree que incidieron de alguna forma los escándalos donde parte del empresariado se vio involucrado?
– No, creo que no, porque siendo realistas hay empresarios y políticos que han cometido irregularidades y hay políticos que han cometido irregularidades. Es un tema que desgraciadamente ha ocurrido y medidas como la Comisión de Probidad que se formó son importantes y hay que implementarlas rápida y seriamente. De tal manera de evitar al máximo las situaciones irregulares que han pasado tanto por parte de políticos como de empresarios. No hay aquí un empate. Hay cosas que han salido a la luz, que es bueno que salgan, porque se pueden corregir. En eso está todo Chile de acuerdo.
– ¿Bachelet ha mostrado una actitud distinta comparado a su primera administración?
– Hay un cambio. La presidenta, a la cual respeto mucho, siempre fue una persona que da la cara. En su primer gobierno, y durante los primeros meses de este segundo gobierno, fue una persona que ha dado la cara. No es una persona que ha andado escondida. En los últimos dos meses hemos visto una persona como que está retraída. Creo que es porque está mal asesorada comunicacionalmente, porque uno de sus grandes activos es su carisma, que lo tiene, y no usarlo es malo para ella.
– ¿Y cómo definiría la relación entre el gobierno y el empresariado? ¿Cuál podría ser el mejor calificativo para considerando episodios como CEP y Sofofa?
– Los últimos meses la relación del empresariado con el gobierno no ha sido positiva. No ha habido avances en temas importantes y es una relación que está en punto muerto; y eso es lo que vamos a tratar de revertir.
– ¿El empresariado para lograr ese objetivo debe cambiar la estrategia que ha desarrollado hasta hoy? ¿Ser más duro o entrar de lleno al Congreso?
– No podemos hablar de dureza. Tenemos que hablar de diálogos, acuerdos, consensos. Esa es la única fórmula.
– Pero en un consejo general de la Sofofa algunos manifestaron esta idea considerando que la actual estrategia no estaba rindiendo frutos…
– Eso es así, pero nosotros estamos en el camino correcto. El empresariado no está en una posición intransigente, no está en una posición dura, agresiva, no está en una posición de sentirse que es dueña de la verdad. Está en una posición de conversar, de dialogar y de buscar acuerdos y dar todos los ejemplos de políticas públicas correctas que se aplican y que han tenido éxito. Esa es la posición nuestra y en esa posición vamos a seguir.
No vemos que tengamos que tomar una posición agresiva o de dureza, eso no lleva a nada.
– ¿Y de todas las reformas en curso hay alguna que le merezca especial preocupación?
– De las reformas en este momento, la que es muy importante es la laboral. Va a marcar un antes y un después, positivo o negativo. Y tiene el problema que las reformas laborales son casi irreversibles.
– ¿Ve espacio para esos ajustes positivos si ya la discusión está muy apretada en el Congreso?
– Este es un régimen presidencialista y la Presidenta de la República tiene un poder muy importante y va a ser el gobierno quien va a definir los matices de cambios que se puedan producir y los giros y hasta dónde. El gobierno tiene esa capacidad y ese poder.
– Pero en la cita con la CPC al menos el gobierno no asumió ningún compromiso ni dio garantías…
– Sí, pero el ministro Valdés dijo que se estaban viendo cosas que vayan en beneficio del empleo, de la productividad, eso es lo que queremos ver.
– ¿El ministro Valdés ha ayudado a calmar los ánimos?
– Ha sido un gran aporte, es una persona que está haciendo un trabajo interno muy importante también porque él tiene que convencer a la Nueva Mayoría. Primero, fue sincerar la situación, y hoy tiene que jugarse en términos de modificar algunas reformas para hacerlas bien.
– ¿Es visto por el empresariado como un aliado a la hora de perfeccionar las reformas?
– No como aliado, porque estamos claros que los ministros son personas de confianza absoluta de la Presidenta.
– Pero considerando que Rincón es firme en mantener los pilares de la reforma y Valdés se abre a ajustes…
– Pero esas son más bien estrategias de negociación. En definitiva, la presidenta es la que tiene la última palabra y ella oye a sus ministros y el diálogo interno entre ellos no lo conocemos. Entonces, sería difícil hacer un juicio. Ahora, qué capacidad de giros se tengan es un tema que determina la Presidenta.
La Nueva Mayoría arriesga su continuidad
– ¿Ve fragmentada a la Nueva Mayoría?
– A la Nueva Mayoría no la veo como un conglomerado sólido. Hay mucha discrepancia entre ellos. La NM no es un conglomerado unido, por ejemplo en el caso del contralor. Veo mucho conflicto dentro de la NM también. Lo que no ayuda porque cuando la Presidenta tiene un conglomerado que está fragmentado también es más difícil.
– ¿Se pone en jaque la continuidad de la NM en un próximo gobierno si siguen en el mismo curso?
– Creo que sí. La NM está arriesgando su continuidad.
– ¿Le parecen válidas las críticas luego del anuncio frente al proceso constituyente?
– Tenemos tal cantidad de problemas prioritarios, que no veo sentido estar en una discusión sobre la reforma constituyente. Si uno mira las preocupaciones que tiene la ciudadanía hoy, está en el lugar 16 o 17, no es un tema que le preocupe a los chilenos. Le preocupará a un sector de políticos, eso sí puede ser. Tampoco es una señal que entregue confianza, sino que agrega una incertidumbre más.
– ¿Y efectivamente cree que se puede llegar a tocar el derecho de propiedad?
– Personalmente, creo que no, porque la sociedad chilena ha cambiado mucho. Hoy la clase media tiene su propiedad, tiene su pequeña empresa. Es decir, es partidario de la propiedad privada, es partidario que exista.
«Podemos terminar con un crecimiento bajo el 2% este año»
A la hora de analizar el cuadro económico, Fernán Gazmuri asegura que además de lidiar con reformas impulsadas por este gobierno que no han sido bien llevadas, la atención también está puesta en el escenario externo. «No es una buena reforma la que se hizo (tributaria), si hay que corregirla antes que comience a regir. Pasa lo mismo con la reforma educacional. Las reformas partieron con apoyo. Cuando se habló en el programa de gobierno se habla de las reformas en general que tienen un apoyo de la ciudadanía, pero en la medida en que se han ido llevando a cabo y la forma en que se han implementado, resulta que han tenido un rechazo», explica.
El empresario va más allá: «Estas reformas no nos han tranquilizado, nos han dejado con una cantidad de dudas muy grandes», sostiene.
– ¿Pero podríamos terminar en una recesión propiamente tal o en una crisis política mayor con este escenario?
– No soy un gran especialista, pero creo que podemos terminar con un crecimiento que bajo el 2% de todas maneras.
– ¿Este año?
– Y el próximo también. Y claramente es el tema más importante para nuestro país, para superar la pobreza, para superar todo, es el crecimiento.
Cada punto de crecimiento da cientos y cientos de millones de dólares. Más aún cuando tenemos problemas con el caso del cobre, por ejemplo, que va afectando no sólo la recaudación tributaria de forma importante sino que también descompagina un poco el tema fiscal.
– Una variable que no parece haberse afectado es el empleo. ¿Cómo se explica esta paradoja considerando la desaceleración de la economía?
– Hay dos efectos que hay que considerar. Uno, la forma en la que se hacen las cuentas. Una persona que ha trabajado una hora a la semana se da por empleada. Ha habido un aumento importante de empleo en el sector público que ha compensado parte del tema, pero yo soy más pesimista. El efecto en empleo va a depender mucho de la reforma laboral que tengamos, sin lugar a dudas.