“Son todas industrias que requieren revisiones regulatorias y perfeccionamientos, es casi parte de su giro”. Con esa frase el gerente general de Inversiones La Construcción (ILC), Pablo González, parece resumir la coyuntura por la que atraviesan isapres y AFP, dos sectores en los que el holding de inversiones ligado a la Cámara Chilena de La Construcción mantiene fuerte presencia con Consalud y Habitat. Sin embargo, para el ejecutivo no son los únicos hechos que han marcado 2015: “Ha sido un año bien movido para nosotros. Muy marcado por lo que han sido los procesos de autorización regulatoria del banco (Internacional) y de la asociación con Prudential en Habitat, que fueron procesos extensos”, dice González.

“El balance del año de esas dos operaciones, positivo. Fue un proceso más extenso de lo que hubiéramos querido y esperado. Desde el punto de vista de las compañías de seguros, en el caso de Confuturo (ex Corpvida) bastante consolidada la toma de control nuestro, ya cumplimos dos años y bien contentos con esa operación, pues ha crecido y ha tenido buenos resultados. En lo que es el banco, hace poco más de un mes asumió el nuevo directorio y poco menos de un mes asumió el nuevo gerente general, Mario Chamorro. Ese es el comienzo de acortar brechas con el mercado.

Para nosotros es un gran activo y parte central del proyecto, no sólo la trayectoria de Mario, sino también la manera de gestionar bancos que tiene es bastante consistente con lo que queremos hacer en una primera etapa ahí: foco y eficiencia”, sostiene.

¿Por qué se demoraron más de lo esperado? ¿Porque presentaron mal los proyectos o porque las autoridades se han puesto más estrictas el último año? 
—Las autoridades son más celosas hoy que antes, y está bien que lo sean. El banco se demoró casi un año…mientras que la SBIF se demoró en aprobar la operación entre Scotiabank y Cencosud 11 meses, y era una operación mucho más acotada, puesto que era sólo el negocio de tarjetas de crédito. Y también creo que las cosas que han ocurrido en los últimos dos años influyen. Por ejemplo, la aprobación del banco nuestro se dio en el contexto del Caso Penta, mientras que la aprobación de Prudential en Habitat se dio en el contexto de la otras AFP (el polémico goodwill tributario obtenido por Provida y Cuprum al ser compradas por Metlife y Principal, respectivamente); entonces es esperable que los reguladores tengan un celo más intenso.

Algunos bancos de inversión han comentado que ha mejorado el clima ante la moderación de reformas del Gobierno. ¿A su juicio hay un mejor ambiente de negocios?
—Estamos en un contexto de menor dinamismo, no de debacle, que tiene ciertas luces de riesgo para 2016. La estimación de PIB es entre 2% y 2,5%, pero ya comienzan a aparecer algunos con estimaciones bajo 2%. El segundo riesgo es una política fiscal que será menos expansiva de lo que fue este 2015. 

Eso también tiene un efecto. Y tercero la tasa de desempleo, que todo el mundo se sorprende con las buenas cifras, pero si uno la desmenuza existen algunos elementos. Sigue habiendo un empleo público fuerte, que uno presume que el próximo año con una política fiscal menos expansiva no será tan fuerte; ha habido una absorción de mano de obra que viene de la minería por parte de la agricultura y la construcción, pero también tiene un límite, es acotado. Además, el tema inmobiliario y construcción no sólo depende del IVA, sino también de que los bancos presten plata para adquirir viviendas. Sumado a eso, la situación del balance fiscal no es la misma que existía hace dos o tres años.

Entonces, en un escenario como éste y cuando economistas serios ya hablan de crecer 1,6%, uno puede esperar que las proyecciones se corrijan a la baja.

Y la parte política del cuadro, ¿ha visto una moderación de las reformas y, por lo tanto, un nuevo aire que puede ayudar a las expectativas? 
—Es muy temprano para opinar al respecto. Piensa que todavía con la reforma tributaria existe una serie de reglamentos que no se saben cómo operarán. El 2017 será un año de elecciones y es difícil pensar que un gobierno esté hasta el último minuto intentando implementar reformas. El sentimiento empresarial o sensación térmica, yo creo que no ha cambiado. Las empresas se acostumbran al menor dinamismo. Se reordenan, se eficientizan, pero no veo un ánimo de inversión mayor. También hay un efecto ciclo externo para commodities que uno no puede hacer maravillas.

Dentro de la incertidumbre, el cambio en las industrias donde están son protagonistas, pese a que el Gobierno atrasó el envío de la reforma a la salud privada…
—Son todas industrias que requieren revisiones regulatorias y perfeccionamientos, es casi parte de su giro. En AFP e isapres se requieren cambios rápidos, urgentes, lo que pasa es que en uno, éstos se verán a largo plazo, y en el otro, el no hacerlos tiene efectos mucho más inmediatos. Si partimos por AFP, la Comisión Bravo reafirma el sistema, requiere perfeccionamientos, pero sus conclusiones son casi las mismas que la Comisión Marcel: cotización más alta, jubilación a una mayor edad y educación previsional que fomente el ahorro voluntario. En eso no hay mucha novedad. La diferencia está en qué gobierno será capaz de implementar cambios que nos son necesariamente populares.

Se ha planteado hacer reformas pequeñas en este Gobierno y las mayores para más adelante, eso abre las opciones también para la propuesta B de la comisión (sistema de reparto en ingresos más bajos). 
—Para mí, la reforma más profunda es tomar medidas que incrementen el ahorro, aumentar la tasa de cotización y ahorro voluntario, es una tremenda reforma, es una cosa, pero es “LA” cosa que mejora pensiones. Una reforma que empuje eso es la más profunda que se puede hacer a este sistema. Por eso lo que queda es ver cuál es la voluntad política y los plazos, pues a este gobierno le queda un año y medio.

Cualquier país, pobre o rico, se gasta 6% o 7% en pensiones, en Chile el 0,5%. Si gastáramos el 6% el pilar solidarios sería tres veces más, pero estamos gastando un 4% en la reforma educación, cuando miras la realidad fiscal el gasto público en pensiones es bajo comparado con otros países, y la cotización se quedó corta.

¿Y en el caso de las isapres? 
—La situación es distinta. Los costos de salud están subiendo entre 8% y 10% real anual, y cuándo se ve qué costos específicos suben, es licencia médica entre 16% y 17%, y gastos en GES (Garantía Explícita en Salud). Esa alza de costos no tiene una capacidad de ser controlado por la industria; por lo tanto, el sistema debe tener una forma de traspasar a precios, porque tengo un margen de 2,5% sobre la venta, que es más financiero que operacional, y la única forma de sustentar la industria es traspasar a precio.

El Estado lo hace, el presupuesto de Fonasa sube casi 10% todos los años. Respecto de la judicialización, cuando me hablan de legitimidad, acá hay una autoridad, una superintendencia que dentro de sus roles tiene una competencia técnica, es la única que conoce todas las cuentas de todos nosotros, tiene todos los elementos para decir que estamos enfrentando un alza de costo técnico, y ahí es donde uno echa de menos una autoridad que tenga capacidad de demostrarlos, porque los fallos de los tribunales no dicen que no podamos subir los precios, sino que las alzas no son razonables.

El regulador parece tener más que todo críticas contra las Isapres. 
—Lo que echo de menos es que haya una componente técnica. Ellos tienen todos los insumos. La realidad de la industria la conoce en detalle, echo de menos ese rol. Y cuando habla de legitimidad, él tiene un rol que cumplir en un sistema que él mismo supervisa. Acá el tema tiene que ver con la sustentabilidad de la industria y hoy tiene una condición frágil, es cosa de ver los números, y el regulador también tiene un rol de velar por la solvencia del sistema que supervisa. Ahora, los más felices de no subir los precios seríamos nosotros, porque nos permitiría captar más público, pero cuando veo porqué los voy a subir no es para ganar más, es porque mis costos han subido.

¿Cómo se hace sustentable la industria? 
—Hemos hecho propuestas como que la licencia médica se maneje por un ente concentrado y se saque del mundo de las isapres, planes más simplificados, básicos, pero son propuestas pensando que el sistema subsiste. El problema en lo inmediato es más grave. Las personas que creen que sacando un pedazo de la torta a la isapre se soluciona Fonasa se equivoca, el presupuesto de Fonasa dividido por personas da entre US$600 y US$700 al año, en las isapres llega también a US$600-US$700. Por lo tanto, acá la pregunta de fondo es si la autoridad quiere que coexistan dos sistemas.

Respecto del Banco Internacional, ¿cuáles son los planes? 
—El foco del banco estará en empresas medianas y pequeñas, y las primeras tareas que tiene el directorio y la administración para enfocarse en el segmento es acortar brechas de eficiencia y riesgo con la industria, es lo central en la primera etapa, y luego de ésta vendrá una lógica más expansiva. Pero éste es un grupo con vocación de largo plazo, acá lo que hay que hacer es construir una plataforma con buenos cimientos.

¿Y después crecer? 
—Esta primera parte viene acompañada de crecimiento porque en la banca hay un tema de escala. Este es un banco chico que tiene las desventajas de un chico, pero las ventajas de una organización que debiera ser más flexible.

¿Con cuánta caja se quedará ILC tras la venta a Prudential? 
—Los recursos dependen del resultado de la OPA, de eso dependerá si vendemos el 27% o el 33%. Debiéramos quedar con recursos por unos $250 mil millones. Hay parte que tenemos comprometidos, hemos invertido cerca de US$300 millones, sin sacrificar dividendos ni pedir un peso a los accionistas. Parte de estos recursos buscarán refinanciar operaciones que ya hemos hecho, parte irá a algunos proyectos que estamos estudiando, y el excedente a los accionistas.

¿Qué proyectos?
—Estamos mirando más hacia dentro, capitalizar algunas compañías, la actividad que hemos tenido, Corpvida y el banco, hay que ser consciente de la capacidad instalada que uno tiene. Pero estamos en una lógica más de consolidar.

 

Entrevista de P.POBLETE/M.VILLENA.

 

Fuente: Pulso