El director del Instituto de Salud Pública (ISP), Álex Figueroa, asumió en agosto pasado. Quien fuera una de las figuras recurrentes de la Concertación durante los años noventa, volvía así a la primera línea política. Más aún luego de que dos meses después de su nombramiento visara la instalación de la primera farmacia municipal en el país, en Recoleta, a la que se sumaron ya otras en San Ramón y Viña del Mar.

Figueroa es «un tipo que viene de vuelta», como él mismo lo reconoce. Médico de la Universidad Católica y militante DC, fue presidente de la FEUC en los últimos años de la dictadura. Luego, durante el Gobierno de Patricio Aylwin, asumió como secretario general de su partido. Al llegar Eduardo Frei Ruiz-Tagle a la presidencia, fue nominado como intendente de Santiago, para luego reemplazar a Carlos Massad como ministro de Salud, desde 1996 hasta el fin de ese gobierno.

De su gestión se destaca la creación del programa «Oportunidad de la atención», una suerte de precursor de lo que más tarde se transformaría en una de las garantías legales incluidas en el Plan AUGE.

Tras esta experiencia, se presentó como candidato a diputado por el distrito de Santiago en 2001, elección que perdió a manos de la actual alcaldesa de esa comuna, Carolina Tohá.

Este revés marcaría la salida de Figueroa de la vida pública, para dedicarse a asesorar empresas y asumir un rol académico que lo llevó a ser decano en la U. Sek y rector de la U. Bolivariana.

Pero tras participar durante 2014 y 2015 como asesor de la subsecretaría de Salud Pública que dirige Jaime Burrows, dice que la confianza de la Presidenta Bachelet y un llamado de la ministra de Salud, Carmen Castillo, lo convencieron de retornar.

Aclara de entrada que «no tengo ningún tipo de aspiración» y asegura que, tras su retorno, se dio cuenta de que «hay una mayor distancia de la política con la ciudadanía, lo que le hace mucho daño a la democracia».

Y el precio de los medicamentos se volvió inmediatamente una de sus prioridades. Para eso, desarrolló un repositorio de precios que espera lanzar durante la primera parte de este año, además de aportar los insumos necesarios para la discusión de una nueva Ley de Fármacos, cuyo trámite debe comenzar el Congreso durante las próximas semanas.

Uno de los aspectos centrales que tendrá este proyecto es el cambio en la política de medicamentos bioequivalentes -la certificación que logran aquellos fármacos que demuestran ser idénticos en calidad y eficacia terapéutica a los originales-. Esto porque hasta ahora los laboratorios farmacéuticos han optado por acreditar los medicamentos genéricos «de marca», es decir, aquellos que no ocupan la Denominación Común Internacional (DCI), sino un nombre de fantasía sobre el cual agregan valor a través de estrategias de marketing . «Ahí se cometió un error flagrante», asegura.

Genéricos, la prioridad

Al respecto, afirma que «las reglas del juego hay que cambiarlas para que vayan en beneficio de la salud y la economía de la gente. La salud y la microeconomía es lo que hoy está en juego. Y esas reglas del juego deben orientarse a proteger la salud y el bolsillo de las personas. Por lo tanto, nada impide hoy dar una señal para que los genéricos tengan una prioridad, en términos de asegurar calidad, seguridad y que también las compras a nivel privado y públicas se orienten a fortalecer el genérico que demuestre ser bioequivalente».

Por lo mismo, Figueroa plantea que «las marcas comerciales son un distorsionador del mercado, que genera desinformación tanto al médico como al paciente. El peso de la marca asegura seguridad, calidad y eficacia solo en la medida en que sean bioequivalentes».

Respecto de las farmacias municipales, ante la pregunta sobre la posibilidad real de que consigan mejores precios para los usuarios, Figueroa cree que «es un desafío para la autoridad política, sanitaria y económica, fundamentalmente porque el comportamiento de la industria es dispar según el segmento industrial del que estemos hablando», luego de que un estudio de profesionales del ISP sugiriera que el comportamiento de precios de los medicamentos es disímil, incluso entre aquellos que pretenden contrarrestar la misma enfermedad.

 

Fuente: El Mercurio