La muerte de la menor Catalina Muñoz en Cunco (Región de La Araucanía) por el impacto de un rayo, mientras caminaba la tarde del martes junto a su abuela por un camping, ha revivido el temor de muchas personas frente a la implacable fuerza de la naturaleza.

Sin embargo, casos como estos no son habituales en Chile. El anterior registrado es de un año atrás, del 13 de febrero del 2016, cuando Felipe Rodríguez fue alcanzado por un rayo en el camino de Calama a Ollagüe mientras trabajaba con una bomba hidráulica en unas obras de pavimentación. Como en el caso de la niña, la descarga eléctrica produjo su muerte casi inmediata.

Habitualmente, los rayos caen sobre objetos que sobresalen del suelo, en el especial si son altos, metálicos y tienen punta. Por eso una persona en un ambiente llano inevitablemente actúa como pararrayos. «Hay que evitar ser elemento conductor y de inmediato buscar refugio en casas o autos», explica Arturo Cares, gerente de prevención de la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS).

Las carpas también pueden ser un riesgo por los objetos metálicos que se encuentran dentro de ellas. Eso, sin contar que si están instaladas en un terreno llano son propensas a transformarse en pararrayos, dice Cares.

«La descarga eléctrica, por el contacto del rayo con el cuerpo humano, produce efectos directos principalmente sobre el tejido cardíaco, el cerebro y el resto del sistema nervioso», señala Carlos Fernández, médico del servicio de Urgencias de Clínica Santa María. Explica que la conversión de la energía eléctrica en calor (al pasar la corriente a través de los tejidos del cuerpo) produce además lesiones en los músculos, ojos, oídos y quemaduras en el sitio de entrada y salida del rayo.

Las estadísticas difieren entre ellas. Algunas dicen que fallece el 30% de los afectados, pero otras empinan la cifra hasta 70%. «Mueren debido a arritmias cardíacas graves como asistolia o un paro cardiorrespiratorio por daño directo de la corriente eléctrica al corazón».

Si se está próximo a una persona alcanzada por un rayo, lo más importante es llevarla de inmediato a un centro médico.

Grandes nubes

En el mundo anualmente se producen 16 millones de tormentas eléctricas, y la gran mayoría tiene lugar en áreas tropicales y subtropicales.

En Chile se presentan ocasionalmente, pero en general se trata de la temporada de verano. Lo habitual es que tengan lugar en el Norte Grande durante el llamado invierno boliviano, aunque también se generan en la cordillera de la zona central y sur, dice el meteorólogo Eduardo Sáez.

Para que exista una tormenta eléctrica se requiere de nubosidad de gran desarrollo vertical, es decir, desde la base hasta su parte superior deben medir 10 a 15 kilómetros como mínimo, explica Patricio Urra, investigador de la Dirección Meteorológica de Chile.

El martes hubo chubascos en la cordillera, desde Coquimbo hasta La Araucanía, pero además en el caso de Cunco se produjo un fenómeno local en que una nube muy delgada y alta pasó desde la cordillera a la costa justo por el lugar del camping.

«Nuestro país normalmente es seco, pero las masas de aire que llegan desde Argentina son más cálidas y más húmedas, lo que genera energía que forma nubes más grandes. Allá es habitual, pero en este caso la masa de aire se vino hacia el océano Pacífico», detalla Sáez.

 

Fuente: El Mercurio